jueves, 7 de septiembre de 2017

PODEMOS Y EL REFERÉNDUM EN CATALUÑA

Aparte de este interesante artículo suscrito por mi estimado Fernando de Silva, sobre el que se puede o no coincidir y en el que nos advierte del riesgo de que Podemos pueda quedar a la postre mal con todos - y hasta con una parte de sus votantes en el resto de España-, aconsejo la lectura del editorial que hoy publica CTXT: Cerriles contra demagogos: siéntense a negociar un referéndum de verdad.

Fernando de Silva

Hoy escuchaba en la SER una entrevista a Pablo Iglesias en la que, con una perfecta retórica, que encandila a quienes no analizan en profundidad su discurso, pretendía comprender la postura de los independentistas, argumentando que el PP en ocasiones no respetaba en el Congreso la Constitución, tildando al partido del gobierno de corrupto, y recordando la modificación con nocturnidad y alevosía del art. 135 de la Constitución. No se equivoca en su discurso, que comparto, pero obvia decir que eso no justifica que el gobierno catalán no respete el ordenamiento jurídico impuesto para salvaguarda de nuestra democracia. 
Podemos se equivoca cuando pretende mantener una postura equidistante, pretendiendo quedar bien con unos y otros, y corre el riesgo de que acabe quedando mal con todos. Me imagino que de haber tenido la oportunidad de hacerlo, Pablo Iglesias hubiese votado en contra de la modificación del art. 135 de la Constitución; y sin embargo ayer su partido se abstuvo, cuando era consciente de la ilegalidad de las normas jurídicas que se aprobaban. 
Por supuesto que el diálogo es el arma principal de la democracia, pero en una situación extrema como la que actualmente vivimos no caben medias tintas; y si Podemos entiende que el Referéndum catalán no reúne garantías, no debe apoyarlo; es más, debería de mostrarse abiertamente en contra. Lo mismo podría decirse de Ada Colau, que ha decidido ceder los locales necesarios para que se celebre la votación, al mismo tiempo que afirma que el Referéndum no reúne garantías. Es tanto como permitir que se celebre un acto que ella misma considera ilegal. Y a un político lo menos que se le puede pedir es coherencia. 
Confío en que la cordura de los catalanes, sean o no independentistas, esté por encima de la locura de sus políticos, y la situación se reconduzca, aunque quizás sea demasiado tarde, y el choque de trenes, como graves consecuencias para nuestro sistema democrático, parece estar asegurado. Una pregunta: ¿cómo se va a computar la postura de los catalanes que no van a ir a votar por considerar que es una consulta sin garantías? Porque ellos tienen también derecho a ser escuchados, aunque se queden en casa. Ello viene a cuanto porque recientemente Pablo Iglesias reconoció que, de poder hacerlo, él no participaría en una consulta que no tiene un respaldo legal adecuado. 
Coherencia, don Pablo, con buenas palabras no se solucionan los graves problemas, y a un político lo menos que se le puede exigir es capacidad de decisión, y no mantenerse en la ambigüedad, que no lleva a ninguna parte.
 DdA, XIV/3628

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