Estoy
seguro de que la poesía también es hoy un conato de rebelión contra
aquellos poderes que intentan uniformar el lenguaje para controlar el
pensamiento y establecer un modelo de conducta y convivencia.
José Ramón Ripoll
El País
Acabo de recibir tu carta donde me preguntas tantas cosas acerca de
la poesía que no sé bien por dónde empezar. Me sorprende gratamente que
haya gente como tú, tan joven, que se preocupe por estas cosas, y me
asombra más que te dirijas a mí sin conocerme de nada, solo porque has
hojeado en una librería un poemario que recientemente he publicado. Me
dices que no te costó nada obtener mi dirección postal, pues solo
tuviste que buscarla en Internet. ¡Pues bien empezamos! El espacio
natural de la poesía pertenece a la intimidad, y el poema que construye
el poeta con las palabras es la casa para guarecerse del exterior,
aunque después, cuando todo está en orden y la cena a punto, este abra
sus puertas a los demás para compartir techo y comida. Pero bueno,
dejémonos de metáforas y al grano, aunque, paradójicamente, aquí sin
metáforas no hay grano que contar.
El poeta es entonces un buscador de estrellas, aquellas que nos señalan el camino de la experiencia verdadera
Te recomiendo leer a los clásicos y a tus clásicos contemporáneos en
cualquier idioma, y dejarte llevar por la música de sus versos hasta que
te deslumbre el fogonazo de sus significados. Lee y resístete a
escribir. No lo hagas hasta que no puedas más y sientas una fuerza
interior que te levante el brazo y te incite a tomar la pluma, más como
necesidad que como deseo. Decía Gil de Biedma que lo natural es leer, y
la escritura un defecto enfermizo de esa pasión. Rilke, por otra parte,
en Cartas a un joven poeta, aconseja antes que nada escarbar en
el interior de uno mismo hasta encontrar una respuesta profunda al
porqué de ese empeño. Hazles caso solo a medias, pues ambos apostaban
por el retiro en la naturaleza y no cesaron de recorrer mundo.
En cuanto al sentido de la poesía, creo que nos configura y ayuda a
descubrir la identidad perdida como seres humanos. Nos invita a saber
más quiénes somos y a conocer al otro, que no es poco, permitiéndonos
discernir la realidad más allá de sus apariencias. El poeta es entonces
un buscador de estrellas, aquellas que nos señalan el camino de la
experiencia verdadera. Y todo por medio de una palabra que es tan solo
tuya y te incitará a nombrar las cosas cien mil veces como si fuera la
primera vez que lo haces. Yo no sé bien de sus utilidades, pero estoy
seguro de que la poesía también es hoy un conato de rebelión contra
aquellos poderes que intentan uniformar el lenguaje para controlar el
pensamiento y establecer un modelo de conducta y convivencia. No caigas
pues en el juego de la vulgaridad y la ramplonería en nombre de una
rápida y falsa comunicabilidad con el lector. Ni hagas caso de modas y
famas, que son los peores venenos del poeta, si no quieres acabar como
un mudo cantautor sin música y sin guitarra. Espera y mírate al espejo
como yo lo hago ahora y búscate. Por cierto, creo que te veo escondido
allí al fondo y te conozco de antiguo, donde insistes en continuar
siendo joven y asaltarme de vez en cuando con estas impertinencias.
Tuyo.
DdA, XIV/3523
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