Ana Cuevas
Parece
que no ha llovido lo suficiente y nuestro solícito gobierno ha tenido
una ocurrencia genial para plantarle cara a las compañías energéticas:
reabrir la central nuclear de Garoña. ¡Chúpate esa ENDESA!. Bueno, la
verdad es que Endesa e Iberdrola forman parte de Nuclenor (la operadora
que se encarga del control de la central). Ósea que el órdago a estas
corporaciones vampíricas es más bien un farol que pretende hacerle luz
de gas a la ciudadanía. Pero bueno, oye, el caso es tomar medidas ¿no?
Pues cuál mejor que la de reabrir una central obsoleta y doblar su
esperanza de vida en casi cuarenta años más, En realidad Garoña
supondría un escaso aporte eléctrico a la red. Pero podría ser el
mascarón de proa de la deriva de la política energética que quiere
llevar este gobierno.
Claro
que la apuesta tiene sus riesgos. Pero de los gestores de catástrofes
medioambientales como la del Prestige no tenemos nada que temer. En caso
de "petar", valdrá la pena escuchar a Mariano decir aquello de: Solo son unos hilillos de radioactividad.
Lo
de que reabrir Garoña no es buena idea no lo digo yo, que solo soy una
ecologista "esgarramantas". Los propios técnicos de CNS aseguran
que “supone asumir unos riesgos de forma no justificada y sin el
conocimiento ni la aceptación de la sociedad".
A
lo mejor se basan en que Garoña es una réplica exacta de Fukushima y la
más antigua de todas las centrales españolas. ¡Pero hombre! que a los
japoneses se les liara la cosa no implica que aquí pueda pasar lo mismo.
Nosotros no somos como ellos. Ellos son más metódicos, disciplinados,
meticulosos. Y nosotros...¡uhmm!... Mucho y muy españoles, ¿qué puede
salir mal?.
Asociaciones
como Ecologistas en Acción o Greenpeace advierten que la central está
en pésimas condiciones de seguridad y que existe un riesgo altísimo al
encontrarse en la cabecera del río Ebro. Y aunque el CNS es un órgano
independiente en principio, técnicos y ecologistas han venido
denunciando las presiones por parte del gobierno y las eléctricas. Hay
que favorecer la industria nuclear frente a las renovables. ¿Que los
países del norte de Europa van por otra senda? Pues nosotros a lo
nuestro. O mejor dicho, a lo suyo, a lo de las eléctricas que, de una u
otra forma, es una inversión en el plan de pensiones de gran parte de la
fauna política ibérica.
A
una le da por pensar que si todo este descontrol con la subida del
precio de la luz no será una artimaña para justificar la política
nuclear en nuestro país. Pero seguro que es un brote de conspiranoia
aguda. ¿Cómo dudar de la transparencia y honestidad de los padres de la
patria? ¿Acaso nos dan alguna vez motivos?
Si
se reabre Garoña, un mundo nuevo de posibilidades aparece ante
nosotros. En la ribera del Ebro, los cultivos gozarán de la ventaja
de sumar un aditivo que los tomates de Chernobyl ya tienen en su
adn. Surgirán nuevas formas y colores en la fauna y flora local. Incluso
nosotros mismos podríamos mutar por efecto de las radiaciones como les
pasó a Spider-man o al increíble Hulk. Ya no seremos solo mucho y muy
españoles. Ahora seremos super-españoles.
Es
normal que Mariano se ofrezca como interlocutor, lacayo y peluquero de
Donald Trump. Los dos comparten el sueño de un planeta mutante en el que
ellos, pobrecicos míos, no desentonen. El estadounidense tiene a su
alcance el botón nuclear por excelencia. A su lado, lo de Garoña es un
chiste. Y su política energética unida al negacionismo del cambio
climático son la combinación perfecta para liarla parda.
Puede
que nuestra especie sobreviva a una hecatombe nuclear aunque costara
miles de millones de bajas. Tengo la teoría de que somos como las
cucarachas. Incluso puede que lleguemos a parecernos físicamente a ellas
gracias a los esfuerzos de algunos líderes mundiales. Kafka era
el auténtico Nostradamus. Tuvo una revelación sobre la metamorfosis que
sufrirá la humanidad aunque, por aquel entonces, el desencadenante se
desconocía. Todo va encajando ahora. Imaginen a Donald tuiteando con
Mariano usando un traductor automático y debatiendo sobre política
energética.
Lo dicho, ¿qué puede salir mal? ¡Que no paren el mundo, que me tiro en marcha!
DdA, XIV/3465
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