
Lazarillo
La última vez que vi a José Luis Pérez de Arteaga fue en la
calle del Pez de Madrid, en compañía de su perro y con la oreja ocupada. Fue
una lástima. Yo iba con prisa y el saludo fue espontáneo, a la vuelta de una
esquina. No reparé en que estaba haciendo uso del móvil y que había interrumpido
su conversación. Como habían pasado muchos años desde nuestros anteriores
encuentros en las ruedas de prensa del INAEM y en los conciertos del Auditorio de Música de Madrid, no debió reconocerme y me
despachó reprendiendo mi proceder por tratar involuntariamente de cortar o suspender su
charla. Lo lamento. Estoy seguro de que también él lo hubiera lamentado en cuanto
supiera mi identidad. Cuando hace unos días me enteré de su muerte a los 66 años,
deploré mucho más no haber tenido aquella última conversación. Vayan estas
líneas tardías como sincero reconocimiento a su excelente magisterio en el periodismo musical, que desde
poco antes de nuestro conocimiento llevó a cabo en TVE y Radio Clásica. La
música en la radio, en la televisión y su personalísima voz siempre estarán en el recuerdo de todos los melómanos de este país.
DdA, XIV/3465
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