El presentador de El Hormiguero ejemplifica con su devoto ósculo el fervor
de la masiva audiencia por la tonadillera expresidiaria.
Lazarillo
Sabemos que
existe un votante que forma parte de esa España cañí que ayer aglutinó
en torno a un programa de televisión llamado El Hormiguero a casi cinco
millones de espectadores. Se trataba de ver y escuchar a una tonadillera cuyo mayor
mérito reciente es haber estado en la cárcel y no haberlo contado hasta ayer como una pena más del alma. El 21 de noviembre de 2014
ingresó en prisión para cumplir una condena de dos años, tras ser declarada
culpable de un delito de blanqueo de capitales. El 4 de diciembre de 2015 se le
concedió el tercer grado y el 28 de octubre de 2016 obtuvo
la libertad. Dicen que el presentador del programa hizo todo lo posible por responder
a esa expectación con una entrevista acomodada al fervor popular que despierta Isabel Pantoja. No faltó el devoto pico en los morros para exaltar tal fervor. Supongo que a la invitada no se la molestaría con ninguna
pregunta relativa a su delito y a los delitos de corrupción que de modo
constante salpimientan la vida pública en este país. Sería como si un
periodista deportivo de Catalunya triunfant importunara al idolatrado Messi con alguna cuestión
relativa a su condena por fraude fiscal el pasado mes de julio. Mientras el
futbolista marque goles, Visca el Barça, y mientra la tonadillera cante, baile y llore sus penas con tanto sentimiento, la España de charanga y pandereta seguirá rendida a sus pies. Luego habrá quien pregunte por qué en Cataluña pasa lo de los Pujol o en España gobierne y vuelva a gobernar el partido más corrupto de Europa.
PS. Ha subido el precio de la luz un 26 por ciento y el partido en el Gobierno un 2 por ciento en las encuestas.
PS. Ha subido el precio de la luz un 26 por ciento y el partido en el Gobierno un 2 por ciento en las encuestas.
DdA, IV/3454
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