Ana Cuevas
Es
evidente que don Mariano Rajoy no pasará a la historia por su fluido
verbo o por sus dotes comunicativas. Lo veo más en una recopilación de
los mejores momentos del humor absurdo carpetovetónico. Junto a las
archipopulares frases del gran Chiquito, aparecerán los mayores hits
de Marianico. Incluso puede que acaben combinándose y en la próxima
rueda de prensa Rajoy, ante una pregunta incómoda, amén de agradecer al
periodista por su no insistencia (aquí ya entran las risas) acabaría
llamándole fistro pecador o cobarde de la pradera. El derecho a la
información seguirá siendo una mierda pero seguro que doblaba votos en
las próximas elecciones. Ahí dejo la idea. Aunque lo cierto es que don
Mariano no necesita emular a Chiquito para posicionar sus ocurrencias en
lo más alto del cachondeo surrealista patrio. Se basta y se sobra él
solito, ¡Tiene un salero el jodío!
Lo
que pasa es que, llamadme paranoica, siempre me queda la amarga
sensación de que somos nosotros, la ciudadanía, el objeto de sus bromas.
Es como eso que dijo cuando le preguntaban por la vertiginosa subida
del precio de la luz. Ya lloverá y entonces bajará la luz. La respuesta
del jefe de los españoles ante el atraco a mano armada de las compañías
eléctricas no es, como cabía esperar de quienes dicen velar por nuestro
bienestar, un puñetazo encima de la mesa de esos vampiros. Corporaciones
cuyos altos cargos ganan en dos días lo que el presidente del gobierno
español en un año. Pero que tienen el corazón tan congelado como
congelada está la pobre gente que no puede hacer frente a los
desorbitados recibos.
Mientras
Mariano practica la danza de la lluvia para salvar a las víctimas de la
pobreza energética te enteras de que en Alemania se genera tanta
energía alternativa que tiene que pagar a sus ciudadanos para que usen
la electricidad. ¡Cosas veredes Marianico...!
El
pasado 8 de mayo del 2016, un día soleado y con viente en Alemania,
nació una nueva generación de energía renovable que logró suplir el
consumo total del país. Esto provocó que los precios de la electricidad
cayeran catastróficamente, al grado de que los usuarios comerciales casi
estuvieran siendo pagados para consumirla.Se espera que para el 2050,
las plantas alemanas de energía renovable puedan ser la base energética
del país al 100 por ciento, e inclusive ser capaz de generar más
electricidad para exportar el exceso a otros países. ¿Cómo se les queda
el cuerpo?
Aquí,
aire y sol no nos faltan. Pregunten en los Monegros. Sin embargo nuestro
gobierno ha optado por penalizar las renovables y en los últimos años
ha destruido el 40% del sector con sus políticas restrictivas. Los
expertos avisan de que los países que no se suban al tren de
las energías limpias se quedarán definitivamente en el andén. Desde allí
verán alejarse sus oportunidades en términos de exportaciones, el
liderazgo de la tecnología y puestos de trabajo que irán a otras zonas
de Europa. Nuestro país era puntero en la materia. Podríamos liberarnos
de las cadenas de las grandes corporaciones energéticas. Dar la vuelta a
la tortilla.
Pero
está claro que en Españistán las únicas vueltas que no paramos de
ver son las que dan las puertas giratorias. La lista de políticos
españoles "enchufados" a las eléctricas es tan larga que una ardilla
podría cruzar la península rebotando sobre sus chepas.
Nombres
como el de Acebes, Aznar, Aracama, Becerril, Felipe González,
Borrell... figuran o han figurado en las nóminas de las grandes
compañías recibiendo sustanciosos sueldos por algo que denominan
"asesoría".
Mariano
baila y baila, con la gracia que le caracteriza, pidiéndole a Manitú
que llueva a cántaros. Fátima Báñez se lo debe estar rogando a la virgen
de la cueva. Cada uno es muy libre de hacer el indio a su manera.
El
caso es que entre tanto los españoles estamos secuestrados, a media
luz, en un ambiente cada vez más lúgubre y lóbrego. A expensas de unos
bandoleros que tocan las palmas de la grotesca danza de Mariano.
Dicen
que el país que desprecia las energías renovables se está pegando un
tiro en su propio pie. Pero a Mariano eso no le importa. Siempre le
quedará el otro. Aún a la pata coja, le veo capaz de marcarse una muñeira al son de las gaitas que soplan las eléctricas.
¡Si es que le sobra talento!
DdA, XIV/3453
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