Imaginen que Pablito hubiera sido hijo de una de las Kellys (como se autodenominan las camareras de hotel que limpian habitaciones por menos de dos euros). ¿Cuántas habitaciones, cuánta mierda desidiosa hubiera tenido que limpiar su progenitora para pagar su fulgurante carrera?
Ana Cuevas
Pablo Casado es un pipiolo hijo de papá, que a sus
35 años lo más cerca que ha estado de doblar el lomo ha sido cuando
resbaló en un charco por culpa de sus mocasines mega-pijos y acabó
mordiendo el polvo. Su currículo laboral está más yermo que el desierto
de Atacama. Para hacer honor a la verdad había una cosita, unas
prácticas de dos meses en un una filial del banco Santander en Suiza.
Pero con tanto coleguita relacionado con la patria helvética, decidió
eliminarlo por si las moscas. No quedaba rasé y podía dar lugar a
confusión. Si Pablo Casado hubiera nacido en una familia proletaria
difícilmente hubiera podido cursar sus estudios de derecho y económicas
y hacer un máster y varios cursos en Georgetown y Harvard. Imaginen que
Pablito hubiera sido hijo de una de las Kellys (como se
autodenominan las camareras de hotel que limpian habitaciones por menos
de dos euros). ¿Cuántas habitaciones, cuánta mierda desidiosa hubiera
tenido que limpiar su progenitora para pagar su fulgurante carrera?
Aunque
una cosa les digo, los forradísimos padres de este pollo tiraron el
dinero por una alcantarilla. Tanto grado y post-grado para acabar siendo
un nini desustanciado y bocachancla.
Como lo de currar no
era lo suyo, enseguida se dio cuenta de que metiéndose en política podía
vivir del cuento sin pegar un palo al agua. Y se gestó un futuro
introduciéndose en las Nuevas Generaciones del PP e incrustándose, como
un golondrino, bajo la axila izquierda de Esperanza Aguirre. La derecha,
recuerden, ya estaba ocupada por otro absceso, este supurante, llamado
Paco Granados.
Gracias a esto, Pablito es un completo
ignorante en algunas cosas fundamentales de la vida, como el trabajo. Lo
que no le sirve de óbice ni cortapisa para comparar las 400
habitaciones que tiene que limpiar una camarera al mes para ganar 800
euros con el número de consultas que hace su hermano médico. El máster
que hizo el chico no debía ser de empatía o sentido de la vergüenza. Sin
embargo cabe reconocerle cierto talento como monologuista cutre de
algún perdido puti-club de carretera. Solo en un sitio donde a nadie le
importa lo que diga podría ganarse la vida con su banal verborrea. Pero
él no necesita ganar el pan con el sudor de su frente. Con formular una
pregunta durante toda su actividad parlamentaria como diputado se llevó
80.000 euros al año. Calculen ustedes las habitaciones que tendría que
limpiar una Kelly para reunir ese pastizal.
Pablo
Casado es un tonto a las tres pero da el perfil clavado para representar
la portavocía de este gobierno. Es el ejemplo perfecto de que poseer
títulos rimbombantes no te exime de ser un ignorante. Un tipo banal que
no sabe nada de la vida de las mujeres que limpian su pestilente mierda
de pisaverde entrajetado. Como otros muchos políticos de todos los
colores que juegan en la liga de vivir del cuento, Pablito vive en otro
mundo en el que un cuerno inagotable de la abundancia pública solventa
todas las necesidades que pueda soñar un niño pera. Es poco menos que
una onírica Alicia de tripi en el país de las marranadillas. Un ser
etéreo que desconoce las dificultades cotidianas de los trabajadores,
las presiones, las explotaciones y, aunque se entere, no le importan un
carajo.
Como a muchos personajes de su pasta que infestan la
política y van pasando por la vida, pendientes de sus cosas, dejando un
rastro de guano que asfixia la decencia. A las Kellys, las
relegan a limpiar su mierda por un par de monedas. ¿Como explicarles que
la mierda que verdaderamente nos urge limpiar son ellos?
DdA, XIII/3401
1 comentario:
Un chorreo de inconsistencia e incontinencia.
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