viernes, 2 de diciembre de 2016

LA DESPEDIDA DE LIBRA Y EL OLOR DEL ADIÓS

Félix Población

Lo que sabemos de Libra, que es la tierna protagonista de la imagen, es que estaba muy enferma y que la vida se le había puesto tan dura como posiblemente llena de dolor y limitaciones. Lo que sabemos de Libra es que cuando su dueña tomó esa fotografía, al corazón de su mascota no le quedaba ni una hora de latido. También se nos informa de que Libra era una perra tan vieja como sabia, tan querida como afectuosa, que había sido feliz. Ese viaje de Libra en el coche de su dueña fue el último de su vida. Ante el rigor y carácter de la enfermedad que padecía, se imponía el sacrificio del animal. En un momento dado, alguien desde el asiento delantero volvió la vista atrás y se encontró con esa última imagen de Libra, la cabeza levantada, los ojos cerrados y toda la concentración de su hocico volcada en el aire que le llegaba a través de la ventanilla semiabierta. Los humanos estamos muy lejos de imaginar el grado de intensidad que tiene el olfato de un perro. Se dice que es entre diez mil y cien mil veces mejor que el nuestro. Lo que hace Libra, por lo tanto, es abrazarse a olfato tendido a los olores que le llegan campo a través y que con toda seguridad contabilizan los más intensos días de júbilo de su vida. Posiblemente intuya también que son los olores finales porque entre ellos quizá le llegue el de su propio adiós. Los perros deben notarlo en el olor de las lágrimas de los humanos cuando realizan ese último viaje.

DdA, XIII/3402

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