Félix Población
Un colaborador de Radio Nacional de España le
reprochaba esta mañana al profesor Domènech, diputado por En comù podem,
que el partido del que es socio su formación, Podemos, estuviera
haciendo política/espectáculo con el problema de sus disensiones internas,
cuando tantos y tan serios son los asuntos de índole nacional que deberían preocupar a la
que apunta a ser única formación política con una oposición sólida, Unidos Podemos.
Quienes no cesan en ahondar en las diferencias, día tras día, son los medios de información, sobre todos aquellos que pretenden reducir a Unidos Podemos a una formación minoritaria -tal como ocurrió en su día con Izquierda Unida durante lustros-, sin la trascendencia que ahora le dan sus más de cinco millones de votos, todo un capital humano de esperanza y regeneración, digno del mayor de los respetos y atenciones.
A falta de corrupciones que perseguir y luego del fracaso de las vanamente denunciadas, esos medios no van a dejar de hacerlo a lo largo de la legislatura en marcha, por lo que estimo oportuno -a fin de evitar el tedio que esta forma de socavar el liderazgo indiscutible de Pablo Iglesias comporta- que, de no darse condición o riesgo alguno que pueda poner esto en cuestión, debería el partido morado hacer una declaración formal, explícita y rotunda de que lo reflejado por los medios de comunicación no va a mermar ni un ápice el fundamento y la razón de Podemos como partido del cambio necesario, sin que los intereses personales, los acomodamientos políticos, los egos desmesurados o las camarillas infectas de envidias o recelos puedan dañar su estructura.
Ante esa reactualización mediática constante de las disensiones en el seno de la formación, repetida como una letanía en telediarios y editoriales proerrejonistas, esos cinco millones y pico de ciudadanos que representa Unidos Podemos (UP) tienen derecho a recibir un mensaje que les haga mantener la confianza en su voto, y saber a ciencia cierta que una de las lacras que más han afectado a la izquierda en este país -la de la división, según saben bien quienes la publicitan a troche y moche - no hará mella esta vez en un partido tan joven como llamado a rejuvenecer la vieja política y no caer, por lo tanto, en los vicios de la rancia.
Si se puede dar ese mensaje, es preciso hacerlo ya, porque mientras tanto está cayendo una llovizna ácida -que parece que no moja pero va calando- sobre las expectativas de quienes hace cinco años salieron a las plazas.
DdA, XIII/3411
No hay comentarios:
Publicar un comentario