Goti del Sol
Hay palabras que tienen su momento, sus diez minutos de gloria que diría
Warhol. Adquieren un protagonismo fulgurante, se convierten en un
icono, un símbolo que identifica toda una manera de interpretar el mundo
y sus circunstancias. En los últimos tiempos, un término glorificado
muy especialmente a través de las redes sociales es el de cuñado. Es
muy útil, un todoterreno que con su aplicación a cualquier idea o
proyecto lo convierte en un objeto digno de la burla y del contenedor
de basura. Crea adicción. Uno observa debates en los que algún
participante repite el palabro hasta la saciedad con una fe digna del
más recalcitrante de los iniciados. Esto me lleva a considerar que esta
promoción de los cuñados se debe a la infernal maquinación de una secta
peligrosa y destructiva. Aplicando un término que descalifica, aceptado
de forma mayoritaria y que ya forma parte del lenguaje habitual, resulta
muy sencillo anular el razonamiento, proscribir el debate y desterrar
la controversia. Todo aquello que pretenda confrontar contra lo
establecido se convertirá inexorablemente en cuñadismo. ¡El peligro
acecha, no pasará!
DdA, XIII/3399
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