Esdrújulo
Mi teclado está afónico de escribir quejas
sarcásticas y trágicas contra tantos vándalos, sobre estos cetáceos con
corbata que, agarrados al micrófono, repiten su bárbara y monótona
retórica en la que todo es fantástico, incluido nuestro déficit.
Jaime Poncela
Afronto esta columna sin ánimo académico, midiendo cada sílaba con
legañas de lunes. Hoy no estoy muy católico, la semana que empieza me da
ardores de estómago, siento mi corazón cada vez más geológico, mi
ilusión metida en el sarcófago al que la han condenado los ídolos del
cálculo, los cómplices de presupuesto recortado y modélico que rasca con
la espátula lo que queda del póstumo estado del bienestar. Me atacan
hasta la lágrima los sicarios de la miseria endémica, de la pobreza
típica, del capitalismo prostático que sale en el periódico avalado por
los héroes del tentáculo de víbora, por parásitos y zánganos que han
hecho de sus cálculos un falso sinónimo del progreso que, según sabemos
ya, no es más que un selvático océano económico en el que se ahogan a
diario millones de personas. Mi teclado está afónico de escribir quejas
sarcásticas y trágicas contra tantos vándalos, sobre estos cetáceos con
corbata que, agarrados al micrófono, repiten su bárbara y monótona
retórica en la que todo es fantástico, incluido nuestro déficit. Me
falta el oxígeno, contengo las lágrimas, el sueldo es escuálido, aparto
nubes de parásitos y castigo mi páncreas presenciando como la
estadística se come mi crédito y me hace un mayúsculo escéptico; y me
pongo histérico ante este poder fáctico que pretende pasar por un
oráculo cuando no es más que un prostíbulo. Todo es tétrico y tópico, el
futuro es de plástico, su máscara es nuestra cara que observa el
espectáculo del ministro hipócrita, el banquero tarántula, el párroco de
mensaje decrépito dictando que la utopía tiene los días contados y que
quien no llegue al vértice de la pirámide no saldrá jamás en la foto. Mi
cabreo esdrújulo de tantos lunes me ha dicho donde poner el acento de
esta crónica que quisiera arder como la pólvora, pero que no pasará de
ser un relámpago de polvo, de polvo cabreado.
Artículos de Saldo DdA, XIII/3344
1 comentario:
Me encanta como escribes.
Siento como tú absolutamente todo lo que cuentas, solo que lo expresas de una manera tan penetrante que me derrites las tripas.
Enhorabuena de parte de un probe pulpo sin tentáculos para luchar.
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