jueves, 7 de julio de 2016

HOMENAJE EN MEMORIA DE ANTONIO ARAMAYONA, UN TESTARUDO Y ENORME CORAZÓN


Mi querida Ana Cuevas, con quien tanto quiero, me manda el emotivo texto que esta tarde se leerá en Zaragoza en el funeral que en memoria de nuestro querido profesor Antonio Aramayona se celebrará allí y que el propio Antonio encargó a Ana con ese fin. Tal como indica su autora, hoy se reunirán en la capital aragonesa familia, amigos y mucha gente que le admiraba y respetaba para charlar, beber vino aragonés (como nos dejó indicado) y escuchar música en su honor. "Esta tarde a las 18 horas en el centro social Luis Buñuel (Plaza Santo Domingo, frente al Teatro del Mercado), nos reuniremos en recuerdo de Antonio Aramayona para festejar la vida", dice la nota de convocatoria. Este Lazarillo está convencido de que el recuerdo del profesor Aramayona seguirá habitando la vida de quienes le quisieron y admiraron.


Sin utopía, la vida es solo un largo ensayo general para la muerte. (Serrat)
Ana Cuevas
 

Antonio, mi amado amigo, me encargó que escribiera unas palabras para compartir con vosotras y vosotros. Yo le dije que me estaba haciendo el encargo más difícil de mi vida. Era verdad a medias. Porque hasta con el corazón hecho añicos, como lo tengo ahora mismo, la amistad con la que me regaló, ha sido una inspiración profunda y permanente. 

He empezado con una frase sobre la utopía Ella siempre anduvo enredada en la naturaleza de Antonio. Un concepto de utopía lúcida que tocó el corazón de cuantos le conocemos. Aunque también, hay que decirlo, nuestro querido perro-flauta motorizado tocó las narices de mucha gente.

Su idealismo siempre ha sido militante. Pacífica y responsablemente ha practicado el activismo a favor de la libertad y la justicia social. Como el gran profesor que siempre fue, nos ha dado una lección magistral de coherencia y valentía difícil de superar.

Pero para mí, haberle conocido significó mucho más. He podido compartir risas y lágrimas con el ser más bondadoso, alegre y libre que he tenido el privilegio de cruzarme. Ni siquiera la cruel enfermedad que le agarró, logró borrarle la sonrisa ni abatir su testarudo y enorme corazón.

Desde la primera vez que lo vi, sus ojos inocentes de niño grande y burlón se me impregnaron en los huesos para siempre. Nuestras conversaciones son un tesoro de valor incalculable. Los hermosos momentos compartidos. Y los tristes. El mayor legado que se pueda soñar.

Cualquiera de sus textos comprometidos, reflexivos, bellos y profundos hubieran podido definir la auténtica enjundia de Antonio mejor que mis palabras.. Y menos en estos momentos, que siento un desgarro infinito en las entrañas.

Pero tu libertad está por encima de nuestros deseo., querido hermano. Aunque ahora mismo, como decía el poeta:

Me duela más mi vida que tu muerte. Nos duele muchísimo tener que estar sin ti.

O sea que aquí nos dejas, practicando la pedagogía hasta el último momento. Impartiéndonos tu última lección para que le demos al coco. Poniendo patas arriba principios y sentimientos. 

El mundo es un lugar un poco mejor gracias a ti. Nos has dejado huella, profesor Aramayona.

Que la tierra te sea leve compañero. Seguiremos reivindicando la utopía.
Y cómo sueles decirme con frecuencia:
NO PASARÁN sus enemigos. NO les dejaremos.



DdA, XIII/3316

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