Solía definirse como “un perpetuo aspirante a filósofo” y su vida, ligada a la compañía inseparable de una silla de ruedas, fue un continuo
pensamiento crítico y un dinamizador del pensamiento de los demás.
El profesor de Filosofía, escritor y activista social Antonio Aramayona
falleció el pasado martes en Zaragoza, su ciudad natal, “tras una meditada decisión
personal” según anunciaba una nota emitida por el Movimiento hacia un Estado
Laico (Mhuel), asociación a la que pertenecía Aramayona y de la que fue
cofundador.
Antonio Aramayona se licenció en Filosofía en la Universidad de Madrid.
Tras vivir y trabajar durante casi veinte años como profesor de Filosofía en
esa ciudad se traslada, en 1992, a un instituto de enseñanza secundaria de
Zaragoza. Es en la capital aragonesa donde su infatigable actividad como
escritor, articulista y activista público, llegó a ser más conocida, llegando a
actuar como “un perroflauta motorizado”, según su propia definición, por las
calles y plazas de Zaragoza.
Además de su vinculación al mencionado Movimiento hacia un Estado Laico,
Aramayona era un miembro activo de la Asociación por el Derecho a Morir
Dignamente y llegó a ser el emblema e insignia de las movilizaciones en Aragón
en defensa de la escuela pública protagonizadas por la llamada Marea Verde,
especialmente durante los últimos cuatro años de gobierno regional del PP-PAR.
Todavía se recuerda en Zaragoza el escrache que Antonio Aramayona protagonizó
durante todo un año* ante la vivienda de la consejera de Educación popular,
Dolores Serrat, en 2013, en plena calle Alfonso, plantándose con su silla
motorizada todos los días junto a su puerta o, en otras ocasiones, en el
domicilio del delegado del Gobierno en Aragón, Gustavo Alcalde. Por estas
acciones llegó a recibir varias multas y sanciones.
También ha desarrollado su labor reflexiva y crítica como columnista
habitual en El Periódico de Aragón desde 1995 y ha publicado los libros de
ensayo ¿Dios? y Con otra mirada (1998). Ha traducido también diversos libros de
filosofía y pedagogía del alemán y del italiano y publicado artículos en
revistas internacionales de filosofía y educación
Emblema de la defensa de la escuela pública en Aragón, se definía como un
“perpetuo aspirante a filósofo”
Desde 2007, coincidiendo con su jubilación como docente, se prodigó como
conferenciante, sobre todo en temas de laicidad y de enseñanza pública allá
donde lo requerían “a cambio sólo de algo de gratitud y muchas sonrisas”,
confesaba.
Su muerte ha causado reacciones de sorpresa y dolor en numerosas
organizaciones cívicas y por parte de destacados militantes de partidos
políticos de izquierda. El movimiento laicista Mhuel destacaba de él “su gran
amor por la vida, un amor que Antonio cultivó y disfrutó hasta sus últimas
consecuencias” y lo definen como una persona “obstinada en sus razones y fiel a
sus principios, que ha tratado siempre de vivir como pensaba”.
En el texto de despedida que publicó en su blog personal confesaba: “He
intentado que mi vida haya sido digna, libre, valiosa y hermosa, como es la
vida en sí”.
*Nota de DdA: Fueron casi dos años (23 meses, creemos recordar) los que el profesor Aramayona estuvo al pie del portal de la mencionada consejera, para pasar luego un tiempo ante el domicilio del Delegado del Gobierno en Aragón. Justo es decir también que Antonio cesó en sus colaboraciones en El Periódico de Aragón por el intento de este diario de censurar uno de sus artículos, algo que también se pretendió en ElDiario.es, edición aragonesa. Sí mantuvo hasta el final sus colaboraciones en El Huffington Post, que ayer publicó su último artículo.
*Nota de DdA: Fueron casi dos años (23 meses, creemos recordar) los que el profesor Aramayona estuvo al pie del portal de la mencionada consejera, para pasar luego un tiempo ante el domicilio del Delegado del Gobierno en Aragón. Justo es decir también que Antonio cesó en sus colaboraciones en El Periódico de Aragón por el intento de este diario de censurar uno de sus artículos, algo que también se pretendió en ElDiario.es, edición aragonesa. Sí mantuvo hasta el final sus colaboraciones en El Huffington Post, que ayer publicó su último artículo.
La Vanguardia, DdA, XIII/3317
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