Félix Población
Como ocurriera en los tiempos del
Santo Oficio o en los mucho más cercanos del Tribunal Especial para la
Represión de la Masonería y el Comunismo y el Tribunal de Orden Público -esas especies de Inquisición renovada
que caracterizó el espíritu represor de la dictadura durante decenios-, leo que la Policía busca
material contra Pablo Iglesias en grabaciones de 2001, por si las falacias una
y otra vez reiteradas por el periodismo pantuflo consiguen finalmente dar con
algún episodio censurable en la biografía del líder de Podemos.
Después del bochornoso
y falso
informe de la UDEF, leo que el objetivo ahora de la “la unidad de
inteligencia no oficializada” de la Policía se centra en el pasado más remoto
del secretario general del partido morado: sus relaciones con grupos
anarquistas y antiglobalización en 2001, cuando era estudiante y tenía 22 años. Se desconoce si el rastreo en la
pureza de sangre de Iglesias podría remontarse a tiempos aún más mozos, dado
que el investigado por el celo inquisidor nació en 1978 y tuvo por padres a dos
luchadores antifranquistas, de esos a los que el régimen internó en los
calabozos de la Dirección General de Seguridad, el edificio de la Puerta del
Sol que hoy es sede del gobierno de Madrid.
Es de hacer constar que ayer, tanto
el Partido Popular como Ciudadanos han votado en contra de la proposición no de
ley presentada por Podemos y consensuada con el Partido Socialista de Madrid
para honrar con una placa a los ciudadanos que en defensa de la libertad y
contra la dictadura franquista fueron encarcelados y torturados en esas
dependencias. La placa tenía por objeto homenajear la
"memoria de las personas que sufrieron violencia, vejación, persecución o
privación de libertad por ejercer sus derechos fundamentales, por defender
las libertades políticas y sindicales, así como por razón de orientación o
identidad sexual y defensa de la democracia".
Es propio de la democracias reconocer a quienes lucharon por su consecución contra los regímenes dictatoriales que, como el franquista, impusieron su dominio a base de una guerra crudelísima, una prolongada represión de ejecuciones y cárceles y un no menos dilatado y masivo exilio. Rastrear en el pasado de quienes han obtenido el respaldo y la confianza de millones de ciudadanos en unas elecciones democráticas, con objeto de cuestionar su biografía para dañar su credibilidad, corresponde a un Gobierno que, como el actualmente en funciones y el de la comunidad de Madrid (PP-Ciudadanos), deniegan a los luchadores por la democracia el honor que merecen en la memoria histórica de este país.
Puntos de Página
Léase: Juez Alba: ¿Y ahora qué le digo a los alumnos?, por Santiago Pérez, ELDIARIO.ES
DdA, XIII/3266
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