sábado, 2 de abril de 2016

HACIA LA POBREZA FINAL

Antonio Aramayona
 
No estoy seguro de querer un Gobierno reformista en España para los próximos cuatro años. Eso equivaldría a atentar contra el Quinto Mandamiento del Sinaí: No matarás. Querer un Gobierno reformista (nunca será realmente de izquierdas, eso es otra cosa) es llevarles directamente al matadero y poner en bandeja de plata al PP una feroz oposición sobre la base de “lo-bien-que-lo-ha-hecho-el-PP que nos salvó del rescate y nos sacó de la crisis y lo-mal-que-lo-hacen-estos-radicales. Por eso nadie-nunca se habla de ello.
Hasta ahora me preguntaba cómo iban a afrontar los 12.000 millones de euros que este año el próximo Gobierno debe recortar, tal como comunicó n su día Bruselas, pero ahora son 23.600 millones de euros de próximos recortes, como resultante de bajar el déficit del 5,16% al 2,8% del PIB para preservar así el principio de estabilidad presupuestaria de la UE, asumido en la alevosa reforma constitucional del artículo 153. ¿Cómo y de dónde recortará el próximo Gobierno 23.600 millones de euros con unos presupuestos, ya falsos, aprobados para 2016? Hasta ahora Sánchez-Iglesias-Rivera se amparaban en unos hipotéticos 7.000 millones de euros para invertir en gasto social. Aun así, admitiendo la ficción de esos 7.000 millones, quedan 16.000 millones de recortes. Recuerdo la ley del PP en el 2012 decretando recortes (“ajustes presupuestarios”, corrige don Tartufo) en sanidad, educación, atención a la diversidad, gastos sociales sin fin… Nos espera lo mismo o más aún. No estoy seguro de querer un Gobierno reformista en España para los próximos cuatro años: recortarán 23.600 millones de euros en gasto social, hundiendo aún más al país en la desigualdad, la pobreza extrema de unos, la creciente riqueza de otros pocos y la inseguridad de la mayoría.
Mientras estemos insertos en la Eurozona, estamos abocados a ser perpetuos deudores de unas condiciones financieras insostenibles. Grecia es actualmente una ficción, un Estado fallido, aunque disfrazado y maquillado de Estado, debido a esas mismas condiciones draconianas de la Eurozona. España es otro Estado fallido por las mismas causas, pues sus decisiones más importantes, su economía global, su presunto estado de bienestar (volavit…) están en manos ajenas, y su Gobierno es un gestor (de Gestoría) de Españistán y no un gobernante de España.
Hay una parte de mí que prefiere un Gobierno del PP para los cuatro próximos años, pues aún albergo la esperanza del estallido, de la rebelión, de la protesta general del pueblo. Es algo así como preferir ponerme al borde de la muerte por hambre, pidiendo pan, que pasarme cuatro años pasando hambre a lo tonto, callado, en silencio, como un pasmarote.
Eso sí, preferiría sobre todas las cosas un Gobierno que elevase la política fiscal a una media real del 46%, que gravase toda operación y transacción financiera con –al menos- el 0,05%, que eliminase todo fraude fiscal, los paraísos fiscales, la picaresca de los grandes e inveterados potentados económicos de Españistán. Dinamarca va por ese camino. Dinamarca pertenece a la UE, pero sin el euro. Y no le va precisamente mal. 
 
DdA, XII/3244

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