La halitosis mental que padece Mariano Rajoy no se cura ni disimula
mascando chicle durante un debate de investidura, un claro gesto de mala
educación y falta de respeto a los demás. Puede que poco le preocupe la
gobernabilidad de nuestro país y no se haya tomado en serio el
discurso de Pedro Sánchez, pero los ciudadanos no nos merecemos su
indolencia cuando está en juego nuestro futuro inmediato. Si su cerebro
ha dejado ya de funcionar, incluso para seguir recortándonos nuestros
derechos y libertades, al menos tenga la dignidad de marcharse, y cuanto
antes lo decida mejor para todos.
SinLaVenia DdA, XII/3228
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