Tal como señalaban ayer los dirigentes de Podemos, ateniéndose además a
la invitación sugerida por Albert Rivera, los acuerdos suscritos ayer entre
Ciudadanos y el Partido Socialista están hechos mirando al Partido Popular.
Esto debería avergonzar al PSOE, pero me temo que a este partido ya no le queda
vergüenza, salvo la que pueda subsistiren sus bases.
Todo parece indicar, si se echa un vistazo a lo más fundamental del documento firmado, que quien más ha cedido de las partes ha sido el Partido Socialista. Por resumir: no se contempla la derogación de la llamada
Ley Mordaza, ni la derogación de la reforma laboral puesta en marcha por el
gobierno de don Mariano. Se acepta, asimismo, un tipo de contrato que abarata
aún más el despido y se incrementa el salario mínimo en un ridículo y miserable
uno por ciento.
Desde el momento en que el PSOE inició sus conversaciones con las
formaciones de izquierda con la intención de llegar a un gobierno de coalición
y progreso, Pedro Sánchez y sus negociadores jugaron sucio, porque al tiempo
que discutía con la izquierda una política económica en el Salón Rojo del Congreso,
el Partido Socialista ultimaba con el señor Garicano lo que finalmentese suscribió ayer: políticas incompatibles
con las de un gobierno de progreso, más próximas a la FAES que a las demandas
de la mayoría social.
El mismo Rivera dijo que estaba convencido de que los puntos negociados
con el Partido Socialista los podían suscribir los siete millones de votantes
del Partido Popular. Siendo así, era imposible que los representantes de los
más de seis millones de votantesque
estaban sentados a la mesa para negociar con el PSOE un gobierno para el cambio siguieran manteniendo un
diálogo que Pedro Sánchez había roto.
A tono con la desvergüenza de esas negociaciones a dos bandas, con las
que posiblemente el PSOE quiso desde un principio dar idea de una talante
dialogante y camuflar así su verdadera
orientación hacia un pacto con Ciudadanos, ayer supimos la indecente pregunta
sin concreción que la ejecutiva de ese partido tenía reservada a su militancia, cuando con
toda seguridad buena parte de la militancia esperaba que los acuerdos se
decantasen hacia la izquierda: “El PSOE ha alcanzado y propuesto acuerdos con
distintas fuerzas políticas para apoyar la investidura de Pedro Sánchez a la
presidencia del Gobierno. ¿Respaldas estos acuerdos para conformar un gobierno
progresista y reformista?"
Pérez Tapia, candidato a la secretaría general en su día, ha
calificado esa pregunta de insulto a la inteligencia. A mí me parece un insulto a la militancia. La respuesta a la misma no
será vinculante, pero creo que en una negativa mayoritaria por parte de las
bases estaría la salvación de la dignidad de un partido que agoniza. Lo que no sé es si sería suficiente para evitar ese rumbo con proa hacia el naufragio o hacia su división que ayer inició el partido fundado por Pablo Iglesias Posse.
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