Lazarillo
Gandía es una importante localidad del País Valenciano de la Taula con algo más de 75.000 habitantes, que por ser punto de atracción turística en verano suele duplicar en ese tiempo esa población. Merecería tal ciudad, por tanto, un alcalde que además de gestionarla con eficacia no hiciera el ridículo aparentando dotes de gran orador. Si esto ocurre, como es el caso, habrá que inferir la muy precaria dosis de talento y dignidad que le cabe al susodicho, máxime si entre sus ostentaciones está la de no leer sus discursos en público. Tal como se aprecia en la imagen, publicada en febrero de 2013 por la revista Gent de la Safor, Arturo Tordá contaba con una solícita apuntadora que le leía el discurso a sus espaldas, arrodillada en el suelo de la estancia interior para que el alcalde asomara su voz al balcón del Ayuntamiento sin que el respetable pudiera advertir la presencia de quien le dictaba. La fotografía fue tomada durante un discurso sobre la Crida de las fallas, cuyo texto desconocemos y estaría bien recuperar. Hace unos días, el que fuera alcalde de Gandía entre 2011 y 2015 y líder del Partido Popular en aquella ciudad, acaba de dimitir como concejal. Con toda razón escribe hoy Cristina Pardo en ElDiario.es lo que sigue: "Viendo el panorama político, necesito la ironía para sobrevivir. No
puedo tomarme en serio que una empresa pague implantes de pelo a cambio
de conseguir una adjudicación. No puedo tomarme en serio la sospecha de
que alguien la emprendió a martillazos con el ordenador de un antiguo
empleado bien informado. Ni puedo ni quiero. Soy consciente de que hay
gente a la que le cuesta entenderlo, pero yo he elegido contar la vida
así. Amo a los cómicos. Amo los programas satíricos de información. Amo
los monólogos de Buenafuente sobre la actualidad. Amo a los guionistas
de Wyoming. Admiro su trabajo tantísimo, que es a eso a lo que aspiro.
No quiero ganar un premio Pulitzer. Quiero construir mi vida laboral
mirándoles a todos ellos, sin que eso me inhabilite para contar los
problemas internos de un partido, una crisis de gobierno o un escándalo
de corrupción. Groucho Marx, genio por unanimidad, escribió que
"comparado con el esfuerzo de hacer reír, una actuación dramática es
como dos semanas de vacaciones en el campo". Sepan los que me tildan
despectivamente de cómica que pienso hacer ese esfuerzo hasta que
incluso ellos se tengan que rendir"
DdA, XII/3201
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