Permítame decirle en primer lugar que hay cosas que no acabo
de entender de sus últimos discursos y declaraciones. Por ejemplo, usted
asegura que el derecho de autodeterminación de algunas zonas del país o
la realización de un referéndum para conocer democráticamente a qué
atenernos respecto de la voluntad de la ciudadanía que compone un
determinado territorio atenta contra España y contra la unidad
constitucional de España, pero al mismo tiempo su partido lleva
bastantes años proponiendo un Estado Federal.
Así, usted pone
como condición ineludible para posibles alianzas con otros grupos
políticos para formar un posible Gobierno la renuncia a cualquier
referéndum sobre la autodeterminación de Cataluña o de cualquier otra
zona del país. Según el diccionario de la RAE,
referéndum es un "procedimiento por el que se someten al voto popular
leyes o decisiones políticas con carácter decisorio o consultivo", por
lo que se me antoja la mejor vía realmente democrática para auscultar la
voluntad de una población que deseare expresar su propia identidad como
nación para estar en condiciones de determinar después, y solo después,
con qué fórmula política independizarse, federarse o confederarse
democráticamente.
Como
usted sabe, un Estado Federal está formado por Estados federados, que,
para serlo, habrán debido autoconstituirse previamente como Estados y
haber expresado también previamente su voluntad de federarse. La
historia muestra que este país conocido como España ha tenido pocas
ocasiones de organizarse por sí mismo, recogiendo realmente las diversas
sensibilidades de los pueblos que lo componen, pues cualquier conato de
hacerlo de distinto modo del dictado por el poder económico, ideológico
y militar que desde hace siglos rige convulsivamente sus destinos ha
sido y es considerado antiespañol y antipatriótico, y castigado a veces
dura y cruelmente.
Observo últimamente que usted y la porción de
su partido que parece apoyarle acuden sin descanso a la Constitución de
1978 como criterio definitivo para formar posibles consensos con otros
grupos políticos. Pero una ley, cualquier ley, también una Constitución,
ha de ser solo un cauce para que la ciudadanía de un país vea
realizados efectivamente sus derechos y libertades fundamentales (no en
otra cosa consiste gobernar) en libertad e igualdad, evitando siempre
que esa ley quede encorsetada en su materialidad más miope. La ley no es
fin, sino solo medio para conseguir la prosperidad y el bienestar del
pueblo, evitando vergonzantes desigualdades.
De hecho, Rodríguez
Zapatero y Mariano Rajoy, con la total unanimidad de sus respectivos
partidos, acordaron el 23 de agosto de 2011 la más que rauda reforma del artículo 135 de la Constitución de 1978
con su "estabilidad presupuestaria" y la prioridad de atender "el
déficit estructural" por encima del gasto social para cubrir los
servicios y las necesidades básicas del pueblo.
Por
aquel entonces, usted estaba en el Congreso como diputado por Madrid en
sustitución del ministro Solbes y, que yo sepa, no se le ocurrió
promover con un simple 10% de los miembros del Congreso o del Senado un
referéndum sobre la modificación del artículo 135 a fin de que opinase
el pueblo, tal como prevé el artículo 167.3 de la Constitución de 1978.
Con tal medida quedó claro ante los ojos de la ciudadanía que a la clase
política le parece sagrada la Constitución mientras convenga a los
propios intereses políticos y a las presiones de la Troika, verdadero
Gobierno de España y de la inmarcesible Constitución de 1978.
A propósito de la citada última reforma constitucional, acabo de leer que solo las Comunidades Autónomas han recortado desde 2010 18.000 millones de euros en Sanidad y Educación,
a la vez que han dedicado esa cantidad a pagar su deuda. Sería
esperpéntico quizá que usted y/o su Partido encabezasen ahora la
revuelta contra los desaguisados y la demolición de derechos
fundamentales perpetrados desde entonces en aras de cumplir
obedientemente la eufemística "estabilidad presupuestaria", pues
carecería de toda credibilidad la persona que a la vez se erigiese
(permítame la hipérbole) como asesino y vengador del asesinato. Por eso
tienen ustedes la madre de todos los problemas políticos sobre su
cabeza: de tanto bailar la yenka y marear la perdiz, el socialismo (¿?)
español corre el riesgo de resultar cada vez menos creíble,
especialmente a medida que sus barones aconsejan ser y hacer lo que ni
por asomo son ni hacen.
Algunas
consecuencias reales de la modificación del artículo 135 de la
Constitución de 1978: los ricos han visto crecer sus emolumentos de
forma estratosférica, mientras que los pobres cada vez son más pobres.
De hecho, España ocupa el tercer lugar con más trabajadores pobres, solo
superado por Rumania y Grecia. Una considerable parte de las personas
con contrato laboral está bajo el umbral de la exclusión social. Casi 14
millones de españoles (29,2% de los habitantes) viven en riesgo de
pobreza o exclusión (35,4% de los niños y 36,4 % de jóvenes). El 22,2%
de la población vive ya en situación de pobreza, los despidos menudean
al ritmo del interés exclusivo del empresariado, la mayoría de los
empleos de los que tanto se ufana el partido de Rajoy son auténtica
basura, la sanidad y la educación públicas, la atención a la dependencia
o la cobertura del desempleo sufren una sistemática demolición a base
de recortes y "recomendaciones" de la Troika.
Permítame, para terminar, que deje plasmado aquí el artículo 35 de la Constitución de 1978, a la que usted tanto se acoge;
Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo.
Huelga cualquier comentario.
Supongo que usted conoce la falacia conocida como la falacia del francotirador:
una persona dispara aleatoriamente varios tiros a un granero y después
dibuja arteramente una diana centrada en cada uno de los agujeros
hechos por los disparos para autoproclamarse experto tirador.
O la falacia conocida como falacia ad baculum:
por ejemplo, los mercados nos dejarán sin crédito y sin dinero si no
nos atenemos a las recomendaciones del FMI, del BCE y de la Comisión
Europea, que solo por nuestro bien nos han recomendado que garanticemos
la estabilidad presupuestaria en la Constitución. Por lo tanto, hemos de
agradecer y obedecer sus recomendaciones de recortes y sus dictados
ultraneoliberales, ya que gracias a ellos estamos evitando el caos
económico.
Le pido, pues, respeto hacia la ciudadanía y no acudir a
cualquiera de estas dos falacias. Ni siquiera espero de usted y de su
partido que reformen debidamente el artículo 135 o eliminen la Reforma
Laboral del año 2012 del PP. Solo diga la verdad y no tenga miedo de ser
realmente socialista aunque pudiere perder votos en Calatayud,
Plasencia, Santa Pola o Fuentepinilla.
Con mis atentos saludos
(de su Pablo Iglesias, su Indalecio Prieto o su Largo Caballero me
despediría de otro modo y desde otros parámetros, más comunes y
compartidos).
El Huffington Post DdA, XII/3179
No hay comentarios:
Publicar un comentario