Ramón Lobo
Ahmed Dawabshe es palestino, tiene cuatro años y su salud ha mejorado:
pasó de la unidad de quemados a otra de rehabilitación del hospital Tel
Hashomer, cerca de Tel Aviv. Le queda mucho por delante. No tiene
padres, tampoco hermano, solo abuelos.
Sus padres murieron en el ataque de unos colonos
a su casa en la aldea de Duma, Cisjordania. Fue la noche del 31 de
julio de 2015. Se llamaban Saad y Riham; su hermano, Ali, tenía 18
meses. Ahmed llegó al hospital con quemaduras de segundo y tercer grado
en el 60% de su cuerpo. Ya sabe que está solo, que su vida es una cuesta
empinada.
La tragedia de los Dawabshe ha conmovido a la parte de la sociedad israelí que se suele conmover
por las injusticias diarias que padecen miles de palestinos. No es un
caso aislado, aunque tal vez el más grave y el que más atención
mediática ha recibido en los últimos años.
Pone de manifiesto el problema de la radicalización de los colonos
que ocupan amplias zonas de la Cisjordania palestina imposibilitando
cualquier solución de paz, como la de los dos Estados. La colonización
progresiva forma parte de la política de todos los gobiernos de Israel
desde 1948, pero el actual de Benjamin Netanyahu es el primero que no
disimula el objetivo último: anexionarse una gran parte de Cisjordania.
Hay dos colonos procesados por asesinato, pero los palestinos no confían en la justicia israelí. Las dos sociedades están separadas por un muro y un abismo. Apenas existen los puentes.
La foto de Ahmed vestido con la camiseta del Real Madrid, equipo del
que es fanático seguidor, es un llamamiento para que el club de
Florentino Pérez se movilice. Lo hizo con algunos refugiados sirios y
seguro que lo hará con el joven Ahmed Dawabshe.
En la Boca de Lobo DdA, XII/3183
No hay comentarios:
Publicar un comentario