lunes, 28 de diciembre de 2015

PODEMOS, IU Y OTROS NO PUEDEN REPETIR LOS INTERESES DE LAS OLIGARQUÍAS INTERNAS

Julio Anguita

El concepto maya, originario del hinduismo, hace referencia a una situación mental y anímica en la que lo ilusorio e irreal prevalece sobre el raciocinio, el análisis de los datos o el ejercicio sereno de la reflexión. En una situación de maya la anécdota se transforma en categoría, lo accesorio y vacuo en fundamental y el ejercicio de la razón en crónica rosa o en su caso, negra. Desde el momento mismo en que se fueron conociendo los resultados electorales del 20-D, declaraciones de políticos, comentarios de medios de comunicación y una parte de la opinión pública se han instalado en pleno maya. Intentemos descorrer el velo de lo ilusorio y afrontemos la realidad.
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Los datos de IU son, por desgracia, los esperados. Ni siquiera una campaña tan limpia, tan llena de contenidos y tan honesta como la de Garzón y muchos de sus compañeros y compañeras, podía evitar lo que IU llevaba escrito en su genoma desde que, ha tiempo, renunciara a ser ella misma e independiente de cualquier otra fuerza política o sindical. El propio Garzón lo ha descrito perfectamente cuando ha dicho que IU ha carecido de ambición política. Lo peor que pudiera pasar es que se encerrase en la búsqueda de “culpables” ajenos a ella misma. Si Némesis y las Furias obcecan su inteligencia, borran su memoria, impiden hacer lo que debió hace más de una década y la instalan en el maya del victimismo, IU quedará como el sinónimo de un fracaso labrado por propias manos. Corresponde a Garzón, el activo más importante, con más capacidad y valía – y si puede – la tarea de detener y reinvertir el sentido de un proceso de extinción.
Para el que esto escribe, los extraordinarios resultados obtenidos por Podemos, palían en gran parte la desazón y la tristeza anteriores. Ha irrumpido con una fuerza extraordinaria y ha evidenciado lo importante que es en política dar la imagen, en momentos como éstos, de ambición e independencia del estatus. Pero por esas mismas razones debe evitar caer en el maya de confundir un éxito más que notable con la derrota del bipartito. Además, debe aceptar que esos resultados le obligan a asumir la mayor responsabilidad en la construcción de una Alternativa plural de Gobierno, modelo de Estado y modelo de sociedad. Porque eso, precisamente, es por lo que han hecho campaña y votado millones de personas. No debe olvidarse. Podemos, IU y otros, no pueden repetir – y a la vista de los votos recibidos por cada uno – las ligerezas, particularismos, narcisismos e intereses de capillas, grupos y pequeñas oligarquías internas que han impedido la unidad y unos resultados mejores para el Proceso Constituyente
Ciudadanos ha sido víctima de su propio éxito inicial. Conforme subrayaba que se abstendría en la votación de Investidura o mostraba un distanciamiento por igual de unos y otros, ha ido propiciando una reconsideración entre los votantes del PP que vieron en Rivera la marca blanca, el mismo proyecto neoliberal bajo la etiqueta de “centrismo”. Por eso, muchos que se inclinaron hacia Ciudadanos como repudio y rechazo de la corrupción en el PP, tornaron al redil para evitar lo que aparecía como una debacle para el PP. Ciudadanos será, tanto por afinidad como como por obediencia al Poder, el más firme apoyo parlamentario del PP en aquellas cuestiones donde se dirima el ser o no ser del neoliberalismo patrio.
Hecha una primera y ligera aproximación a ciertos aspectos de la noche electoral, quiero abordar las cuestiones centrales y, a mi juicio, más importantes de lo ocurrido el 20-D. Considero que son las siguientes:
  1. El que a IU cada uno de sus dos diputados le haya costado cerca de 465.000 votos mientras al PP, PSOE, ERC u otros, la cifra haya oscilado entre los 50.260 del PNV y los 70.687 de Democracia y Libertad, es una señal inequívoca de que los resultados electorales no representan en puridad el voto emitido por el electorado. Esta es una cuestión grave y de urgente solución. ¿Qué fuerzas políticas están dispuestas a aprobar una ley electoral que corrija esta grave desviación en la aplicación del concepto Democracia? ¿Qué organizaciones están por acabar con esta adulteración esta falsificación de la voluntad del demos? Y, por otra parte, ¿Va a permitirse en lo sucesivo que una fuerza política como IU, con mayor implantación institucional que algunas fuerzas emergentes en el momento de los debates televisados, haya sido obviada? ¿Va a permitirse de ahora en adelante una decisión como ésta que bordea lo delictivo?
  1. El bipartito resiste y es capaz de ejercer su fuerza conjunta como ya lo hiciera en la reforma constitucional del 2011. Los diputados de PP y del PSOE suman más de los 210 necesarios para una operación como aquella. No puede aducirse en absoluto la falsa y supuesta dicotomía izquierda – derecha, porque en cuestiones   como el atlantismo, los métodos de lucha contra el llamado terrorismo islámico, las reformas del mercado laboral, la UE, el euro, la deuda o los anunciados recortes demandados por la UE, ambas fuerzas marchan en sintonía. Y esas son las cuestiones en las que el Poder disciplina y hace confluir a conservadores y socialdemócratas. Rajoy será investido Presidente. ¿Qué reforma constitucional o qué Proceso Constituyente puede hacerse frente a esos 210 diputados? ¿Quién les va a impedir a esos mismos diputados hacer una reforma constitucional que mantenga o refuerce el bipartidismo? ¿Quién puede olvidar que el todavía vigente bipartito puede permitirse algunas jugadas de imagen de disenso gracias a los cuarenta diputados de Ciudadanos? Pablo Iglesias ha sido muy cuidadoso en una de sus primeras declaraciones tras conocerse los resultados. Quien en su momento dijera que se debía acabar con el bipartito anuncia ahora el fin de la alternancia; cosa que no es exactamente lo mismo. El auténtico final del bipartito solo será posible si desde ya comienza a trabajarse para ello.
  1. El PP ha conseguido un triunfo. Sé perfectamente que ha perdido millones de votos y 63 diputados, pero esos resultados hay que insertarlos en el marco de la realidad vivida estos últimos cuatro años.
El PP incumplió todas y cada una de las promesas electorales y aplicó de manera intensiva todo aquello que criticó de Rodríguez Zapatero. Todavía resuenan las palabras de González Pons prometiendo la creación de 3 millones de puestos de trabajo.
El PP ha sido y sigue siendo, sinónimo de corrupción no sólo por la inacabable lista de cargos públicos del pasado y del presente imputados en casos de corrupción, sino también por la financiación irregular del partido. No es un problema de “unos cuantos” sino de una filosofía de ejercer en las instituciones. La memoria evoca aquellas declaraciones de Rajoy con respecto a los llamados documentos de Bárcenas. Afirmó el Presidente del Gobierno que en aquella relación de apuntes había algunas cosas “que eran verdad”. Y, tras esa afirmación, no señaló, como debiera, cuáles eran. Tal actitud y tal historial han recibido 123 diputados.
El PP ha usado y abusado de la mayoría absoluta que el pueblo español le diera en el 2011. ¿Es ése el talante dialogante que ahora se demanda y que ha merecido ser la primera fuerza política en estas elecciones?
El PP ha terminado de enajenar la soberanía nacional en aras del atlantismo, del apoyo a intervenciones militares ilegales contra países soberanos y en aras de la llamada “lucha contra el terrorismo islámico”. Ha utilizado torpes excusas sobre seguridad para penalizar el derecho de expresión y de defensa de intereses legítimos dañados y borrados por políticas neoliberales.
El PP durante la campaña electoral, y ahora mismo, sigue demandando apoyo para una “gobernabilidad” que haga posible aplicar los dictados de la UE sobre nuevos recortes para una población que se acerca al 30% de pobreza. Pide apoyo desde los 123 diputados que una parte importante de los votantes y la ley electoral le han dado.
A pesar de todo esto sigue siendo, legalmente y por voluntad popular, la primera fuerza política de España. Y esto plantea un interrogante acerca de las probabilidades de éxito de una política de regeneración y saneamiento éticos. Creo, sin embargo, que, a pesar de las tragaderas de una parte de la población, es ésta una tarea inexcusable.
Creo que a la luz de la realidad manifestada el 20-D, los y las que seguimos luchando por una sociedad en la que se apliquen en toda su plenitud las tres generaciones de DDHH, debemos aplicarnos desde ya a ir construyendo, desde lo que tenemos y desde nuestra voluntad de corregir errores, la fuerza, el contrapoder con decisión de gobernar para y con la mayoría social. Desde esa convicción el Frente Cívico prepara su II Asamblea. La Unidad Popular con esa u otras denominaciones es, fundamentalmente, decisión, organización, pluralidad, preparación y voluntad de ejercer el Gobierno del cambio concreto.

Colectivo Prometeo DdA, XII/3170

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