Muy de vez en cuando, pero sin que la costumbre se anule al parecer al completo, algún destacado funcionario de nuestras Fuerzas Armadas tiene necesidad de hacerse notar al rancio y más nocivo de los estilos castrenses que todos deberíamos dar por caduco. Es el caso de un teniente-general, nada menos, que encajó muy malamente el fichaje de su colega José Julio Rodríguez por Podemos. La carta que le ha dirigido, según publica hoy El Confidencial, es como para hacerse cruces ante ciertos militares en la reserva como Emilio Recuenco Caraballo, nombre del remitente. La misiva puede leerse al completo en el citado medio, pero no quiero dejar sin inserción el último de sus párrafos, que a juicio de este Lazarillo anula cualquier consideración razonable que pueda haber hecho el firmante anteriormente:
Sr.
Rodríguez Fernández, así supongo le llamaran sus correligionarios,
espero que se arranque con deshonor la divisa de la bocamanga a la que
ha ofendido profundamente. Le deseo que en esta vida o en el más allá le
pasen generosa factura a sus traiciones. Llegado este momento,
posiblemente si le queda algo de dignidad, debería pensar en la
posibilidad de poner entre sus dientes la bocacha de un Cetme”.
DdA, XII/3146
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