domingo, 20 de diciembre de 2015

EL VOTO DE EMILIO SILVA

 En mis manos están los dedos  de tanta gente que en estos cuarenta años de democracia no han visto reconocido su esfuerzo, su dignidad, su altura moral de ciudadanos y ciudadanas corrientes que son el pilar de la decencia.

Emilio Silva

Ya he votado.Cada vez que lo hago es un homenaje a los hombres y mujeres que pagaron un enorme precio por traer la democracia a nuestra sociedad en los años treinta. Decía mi padre, hijo de un republicano desaparecido, que "el que vive de sueños, muere de realidades". En la Segunda República miles de hombres y mujeres construyeron urnas en las que se depositaban votos por sufragio universal, sin distinción de género, religión, ni condición social. Quienes no creían en esos derechos los destruyeron por la fuerza, los aplastaron durante cuarenta años y han pervertido una democracia que nació amordazada , maniatada y lengüiatada por el miedo y por una oligarquía cuyo único objetivo fue, es y será mantener sus privilegios a cualquier precio.
He votado y en mi mano, cuando metía la papeleta, estaban los dedos de mi abuela, que nunca pudo dejar de vivir muerta de miedo; estaban los dedos de mi abuelo, asesinado por defender la existencia de una escuela pública y laica en su pueblo; los de mis padres, que ya no están, que fueron dos de tantos millones de hombres y mujeres honestos, esforzados, que pusieron en pie lo mejor de esta sociedad, acompañando como pudieron a sus hijos en unos cambios sociales que muchas veces ni entendían ni compartían; están los dedos de tanta gente que ha salido de aquí a construir un futuro lejos; los de tantas y tantos novelistas, poetas, perdedores y gente que en estos cuarenta años de democracia no han visto reconocido su esfuerzo, su dignidad, su altura moral de ciudadanos y ciudadanas corrientes que son el pilar de la decencia.
Ya he votado, por tanta y tantas razones.

DdA, XII/3172

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