Ayer
pudimos escuchar las valoraciones de los analistas de uno y otro sesgo -a favor
y en contra de la independencia de Cataluña- y tengo la impresión de que unos y
otros han vencido el 27 de septiembre, pero es evidente que como plebiscito los independentistas
han perdido esas elecciones/trampa con las que se han enfrentado a la
imposibilidad de verificar un referéndum.
Si sucio me
pareció en su día el proceder del gobierno central permitiendo que el
Tribunal Constitucional pueda ordenar la suspensión de los gobernantes que
incumplan sus sentencias, sucio me resulta la convocatoria de unos comicios
autonómicos a los que se quiere dar carácter de plebiscitarios. Ese carácter, a
falta de los votos requeridos, lo dará una mayoría de escaños -algo que no puede ser plebiscitario-, aunque sea a
costa de aglutinar a formaciones políticas ideológicamente contrarias. ¡Pues
qué bien! ¿Qué puede salir de aquí?
Nada bueno, sobre todo después de escuchar
al president de la Generalitat afirmar exultante que ayer ha ganado Cataluña.
¿Alguien imagina, en cualquier nación del mundo, que el triunfo de su
partido -pese a perder votos y en alianza con otros dos de carácter independentista- pueda ser interpretado
por el presidente de esa nación como el triunfo de la misma? ¿Cómo se puede despreciar de ese modo a esa mayoría del electorado, residente en Cataluña y amante de su país, que no comparte los afanes de un president que ha de ser el de todos los catalanes?
Mucho me temo además que
ayer, en lugar de vencer, Cataluña se ha metido en un callejón sin salida del
que sólo se saldrá con un gobierno en Madrid que sepa curar heridas, las
causadas desde La Moncloa y desde la Generalitat en estos años de mutuas
ofuscaciones y cerriles acometidas, que ha tenido además por parte de ambas administraciones una misma política común en el recorte de derechos y prestaciones sociales. Está claro que ese gobierno deberá salir de las próximas elecciones generales, porque el batacazo ayer del Partido Popular en Cataluña y el éxito de Ciudadanos sólo es un adelanto de l0 que ocurrirá en los comicios de diciembre.
Me gustaría
saber, a la vista del clima de crispación vivido durante esta última campaña
electoral, cuántos de entre los ciudadanos que se abstuvieron ayer en Cataluña (algo más del 20
por ciento) lo hicieron por hartazgo o desentendimiento de un contencioso que
les cansa. ¿Sería mayor o menor esa abstención en un referéndum? Y si fuera menor, ¿por que alternativa se decantarían los electores que ayer no votaron?
DdA, XII/3091
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