Enrique Villanueva
En los próximos días la Corte Suprema de Justicia de Chile decidirá
sobre un fallo reciente de la Corte de Apelaciones, en el cual me
condenan a la pena de cadena perpetua por un crimen que no cometí. Es el
resultado de un juicio que violó todos los principios del debido
proceso, aplicándoseme leyes hechas en dictadura, las que fueron
derogadas en el año 2002, por considerarlas violatorias a los derechos
de las personas y contrarias al espíritu de una democracia sana y
verdadera.
Hace cuarenta y dos años fui hecho prisionero, encarcelado y
torturado por oponerme al golpe cívico militar de 1973, como miles de
chilenos y chilenas fuimos victimas de una tiranía que controlaba
todos los poderes del Estado. En ese entonces hubo jueces que hicieron
la vista gorda ante la crueldad de la represión de Pinochet, arrogándose
la facultad de condenar sin pruebas, fallando en conciencia, haciendo
uso de su poder sin contrapeso alguno.
Hoy en democracia hombres nefastos construyeron y han conducido este
proceso judicial en mi contra, sin el mas mínimo interés de obtener
verdad ni justicia, su objetivo es la venganza, como lo han demostrado
en los hechos, solo les interesa meter a alguien en la cárcel, sea este
culpable o inocente. En su afán oscuro fueron a Brasil a buscar la
participacion de un ex militante del FPMR, quien cumple condena por
delito de secuestro, un espíritu borroso que se acoge a la delación
compensada y declara de manera interesada y calumniosa, mi supuesta
participación en el asesinato del líder de la UDI e ideólogo de la
dictadura, 20 años después de sucedidos estos hechos.
Intrigas novelescas como las creadas por el ex torturador y agente de
la CNI Jorge Barraza acompañan este sucio proceder, ofreciendo un
folletín en el cual sin tapujos ni pudores afirma que una tercera
persona le contó a el, que yo era parte de la Dirección Nacional del
FPMR al momento de la muerte de Guzmán. Una tercera persona que nunca ha
sido interrogada ni ha declarado en este proceso. Ese es el testigo
principal de este proceso, sumado a delincuentes vinculados a la
inteligencia del ejército.
Los veintisiete tomos (27) acumulados en este juicio absurdo son
páginas con declaraciones de actores interesados, sus argumentos
intentan respaldar la intriga, sin aportar una sola prueba en mi contra.
Contribuye a esto la fragilidad y cobardía de quienes siendo
conocedores de las falsedades de la acusación de la cual soy victima,
callaron para no comprometer sus intereses, abandonando todo ese caudal
ético y moral que acompaño por largos años la lucha revolucionaria de la
cual fuimos parte.
Pero el mal no vence las esperanzas, hemos llegado a
un punto en el cual por primera vez en cinco años aspiramos a ser
escuchados, convencidos de que no es posible que en democracia, por la
cual luche, se me condene con las mismas herramientas que uso la
dictadura para condenar, en consejos de guerra, a quienes nos opusimos
al terrorismo de estado. No es posible aceptar que en democracia se
apliquen leyes que están derogadas para fundamentar una condena que es
una bofetada a toda verdad y a la justicia.
Denuncio que soy victima de la sed de venganza de quienes
declarándose partidarios de la democracia y la justicia, continúan
prisioneros de su propio odio, no les interesa alcanzar la verdad y
hacer justicia. La UDI, herederos y defensores de la dictadura cívico
militar están dañando profundamente la misión y prestigio de la
Justicia, intentando comprometerla en la revancha por la muerte de su
líder e ideólogo.
El retorno a la democracia fue posible por el esfuerzo y el
sacrificio de millones de chilenos y chilenas, y de quienes entregaron
sus vidas en el largo y difícil camino recorrido para derrocar a la
dictadura cívico militar. Quienes participamos en este gran proceso
libertario, luchamos para que los ciudadanos rescataran e hicieran uso
en plenitud de todos sus derechos, eliminados y coartados por medio de
la violencia por casi dos décadas.
El abuso del poder dictatorial nos privó a los chilenos y chilenas
del acceso a la justicia y eso significó que miles de compatriotas
fueran encarcelados, torturados y asesinados, por ello es inconcebible
que hoy en democracia, se me prive de acceder a un juicio justo y a un
debido proceso. Que me condenen aplicándoseme leyes derogadas en la
legislación penal chilena. Que usen a testigos interesados, entre ellos
delincuentes, vinculados al ejercito y un ex torturador de la Academia
de Guerra Aérea, lugar donde yo fui torturado salvajemente y que hoy es
acusado de asesinar a luchadores anti dictatoriales. Que no se me
respete mi derecho a la presunción de inocencia y que de manera
arbitraria me hubiesen encarcelado (por tres meses) sin prueba alguna,
manteniéndoseme hasta hoy por cinco años, en libertad bajo fianza, con
firma mensual y sin derecho a salir del país.
El proceso al cual he sido sometido es vacío, no hay un mínimo de
veracidad, no hay una sola prueba que demuestre mi participacion en el
asesinato de Guzmán. Por el contrario lo que queda al final de este
camino tortuoso es la obra nefasta que la UDI construyó con apoyo de
seres descompuestos y con maquinaciones descabelladas e inmorales.
Están cometiendo un crimen social, aquellos que intentan condenarme
con el fin de vengarse no de buscar justicia y aquellos que callaron
sabiendo de mi inocencia, ellos han trastocado los valores de respeto en
que se fundamenta la dignidad del hombre. Valores que van más allá de
los avatares de la historia y de la vida, sin los cuales el hombre queda
devaluado en su dignidad más íntima, como se devalúa la moneda carente
de respaldo.
Que las personas honradas no se hagan cómplices de este crimen
social; que el corazón de los hombres y mujeres honradas se llenen de
indignación ante esta injusticia.
¡Mi amor a la verdad es inseparable de la defensa de mi dignidad y de mis convicciones como un convencido luchador social!
DdA, XII/3090
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