Antonio Aramayona
Aún no conozco los resultados de las elecciones catalanas del
27-S, pero he de confesar que, observando el lenguaje verbal y corporal
de algunos candidatos y otros políticos, sus acciones y reacciones, sus
actitudes en general, estoy hondamente preocupado, pues sospecho que no
pocos de ellos padecen un trastorno neuropsiquiátrico conocido como Síndrome de Tourette.
Dicho
síndrome se caracteriza por la existencia de múltiples tics en los
movimientos y en el lenguaje que dificultan sobremanera la expresión y
comprensión de lo que la persona afectada quisiera expresar. De hecho,
las distintas opciones políticas en la campaña para las elecciones
catalanas poco han dicho sobre lo que quieren y proponen, y mucho, en
cambio, sobre las incongruencias y puntos flacos de las posiciones
adversarias.
Vete a saber, al final, si la votación del 27-S es
un plebiscito o unas elecciones a un parlamento local, si es suficiente
para declarar la independencia con la mayoría de escaños o votos, o
ninguna de ambas, si hay que rezar y hacer vigilias por la unidad de
España o repicar las campanas por una Catalunya lliure, si habrá más clásicos en la Liga española, si en el corralito se hablará solo catalá o también castellá, si podremos pagar la deuda en caso de secesión catalana, si los pensionistas de allá o de acá cobraremos nuestra pensión...
Nos
hemos estado comiendo durante toda la campaña electoral un revuelto de
apoyos, advertencias, conminaciones, descalificaciones, descripciones
apocalípticas de la situación a corto plazo del adversario e, incluso,
revolcones de presidentes de gobierno en alguna entrevista radiofónica.
Finalmente,
la conclusión parece clara: para unos, el Edén advendrá con la
independencia de su país; para otros, atentar contra la unidad de España
es un error ciclópeo y, sobre todo (la madre de todos los argumentos en
contra), ilegal; para el resto, ni sí, ni no, sino todo lo contrario; y
así, mucha gente de buena voluntad estaba antes indecisa pero ahora ya
no está tan segura.
Los políticos en liza durante la campaña
electoral del 27-S han aparentado estar, en cambio, tan firmes y
seguros, que incluso a veces he llegado a pensar que no les cabía la
menor duda por tener una cabeza tan pequeña. No obstante, me cabe la
esperanza de que, así como los tics propios del Síndrome de Tourette
pueden aumentar o disminuir crónicamente, esos políticos pasarán por un
recrudecimiento transitorio de los síntomas a medida que se acerque
diciembre y las elecciones generales, pero encontrarán mejoría pasada ya
la vorágine de tanta campaña y tanto descalificar, mentir y
desgañitarse ante los ya convencidos.
Por otro lado, característico del síndrome es también en algunos casos la coprolalia
o tendencia patológica a proferir palabras y expresiones
descalificativas o despectivas, disfrazadas en ocasiones como chistes,
chascarrillos u ocurrencias, cuyo primordial objetivo es arrancar el
aplauso del auditorio y llamar la atención de los medios, pero en ningún
caso describir o criticar seriamente al adversario. Debo añadir que los
varones sufren este síndrome 3 ó 4 veces más que las mujeres, como
fácilmente puede observarse en telediarios, tertulias, mítines y otros
alborotos electorales.
Aunque
de momento no hay cura para el Síndrome de Tourette, muchos pacientes
mejoran a medida que maduran, lo que me hace pensar en la inmadurez de
algunos de nuestros políticos, pero también en la esperanza de su
mejoría si dedicaran tiempo a pensar, leer, reflexionar, alimentarse
bien o ir periódicamente al psicoanalista, según los casos.
Por
último, durante la campaña electoral del 27-S, he podido observar
también que algunos candidatos, abrazados incondicionalmente a la
columna de un etéreo federalismo, padecen de un síndrome similar,
conocido como la Corea de Sydenham, mal de San Vito o baile de San Vito,
que en ciertos casos aparece como fuertes y ostensibles movimientos
involuntarios que pretenden asemejarse a una danza o baile. El político
afectado incluso se cree entonces gracioso y popular.
Pensando
en los unos, los otros y los de más allá, siento ahora la necesidad
obsesivo-compulsiva de ponerme a cantar algo que debería servir de común
denominador a tirios y a troyanos:
Catalunya, triomfant,
tornarà a ser rica i plena!
Endarrera aquesta gent
tan ufana i tan superba!
tornarà a ser rica i plena!
Endarrera aquesta gent
tan ufana i tan superba!
No hay comentarios:
Publicar un comentario