El gobierno y el Partido Popular se caracterizan (aparte el expolio de las arcas públicas a que
se han dedicado algunos de ellos largos años) por ser campeones de la
demagogia. Sus políticas son antipopulares al ir en contra de los derechos adquiridos por el pueblo.
Jaime Richart
Aceptemos de una vez y sin reparos que somos populistas y sellemos el significado del término lingüístico "populismo". A fin de cuentas no figura en el diccionario. Nos toca a nosotros definirlo. Podría ser más o menos ésta la definición: “Teoría y práctica política que promueve la idea de pensar en las personas y no en el interés de grupos que patrocinan o practican el expolio de lo público”. Así haremos un servicio a la Real Academia de la Lengua que se resiste a elaborar una definición, y destruiremos de paso la estrategia de los pícaros que hacen de la idea un concepto denigratorio y malicioso.
Y todo porque, temerosos
los dos partidos principales -principales hasta ayer-, de que la más
importante de las dos formaciones emergentes que ha ganado significativas
cuotas de poder en las elecciones autonómicas y municipales se alce con el
poder central, recurren a toda clase de argucias, imposturas, calumnias y
acusaciones, empleando como mantra el sustantivo populismo y el adjetivo populista.
Lo mismo que en pasados tiempos los indeseables que manejaban la dictadura gritaban:
¡es comunista! o lo mismo que en Holanda se asustaba al niño díscolo con: ¡que
viene el duque de Alba! (las barbaridades, por cierto, que debió cometer ese
sujeto...).
El caso es que mientras el
término populismo no viene en el diccionario de la Academia y lo utilizan minorías
para denigrar lo popular, la palabra elitismo sí viene y se define como
"sistema favorecedor de las élites", y élite como "minoría
selecta o rectora". Esto es, la élite política y social practicando el
elitismo. Esto, cuando no roban miembros de los que representan el poder en
ambos partidos. Por otro lado, el partido del gobierno lleva en su sigla la
palabra popular. Lo que no deja de ser un sarcasmo, pues precisamente lo que
hacen sus principales es odiar "lo popular" y continuos llamamientos al pueblo para que se una al odio hacia sí mismo. Un juego semántico llevado a lo psicológico
aprovechando la ambigüedad en el sentido político de esas dos palabras que al
fin y al cabo no pueden tener relación con algo que no sea “lo popular”.
Pero el significado que se
pretende difundir es demagogia, otro concepto ambiguo que va desde prometer
utopías, hasta halagar los sentimientos de la masa para hacerla instrumento de
dominio; término que, al igual que populismo, los dos partidos principales
manejan con repulsivo oportunismo.
En todo caso todo esto está repleto de
paradojas. Porque si el gobierno y su
partido se caracterizan por algo (aparte el expolio de las arcas públicas a que
se han dedicado algunos de ellos largos años) es por ser campeones de la
demagogia: no han hecho nada de lo prometido al pueblo; han retorcido el
lenguaje haciendo prestidigitación de la frustración, y sus políticas precisamente
son antipopulares al ir en contra de los derechos adquiridos por el pueblo. Con
similares mimbres, aunque no con el daño ni en la misma proporción del número de los facinerosos, el otro partido, el
primero de la oposición, ha incurrido en numerosas imposturas e
incumplimientos. De modo que ambos, si están ahí es porque se han servido de
la demagogia y han consumado el peor de los populismos en el sentido que ellos
le dan a la palabra: son enemigos del pueblo, de sus derechos y de sus
necesidades, disfrazando de “popular” sus propias siglas, el uno, y
revistiéndose con el manto de la solemnidad de “socialista”, el otro.
Lo que quiero decir con
todo esto es que todos los partidos europeos y americanos que sojuzgan al
pueblo con sus discursos, con sus políticas y con sus medidas son elitistas
hasta la aberración. Y el elitismo va asociado a la prepotencia, al dogma y
al sentimiento de superioridad, algo propio justamente de los necios. El elitismo
es el peor de los modos de gobernar. Desgraciadamente es el que desde siempre
ha dominado en todos los países del mundo, hasta que llegó el comunismo que
no obstante aún perdura en tres países del planeta y uno de ellos lleva camino
de derrotar al imperio y al capitalismo con sus propias armas. Y después, al
emerger en España formaciones políticas dispuestas con toda determinación a
hacerle frente.
DdA, XII/3061
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