El verdadero propósito de no
suprimir los paraísos fiscales es consagrar el dinero y no enfrentarse a los lobbys que lo poseen todo.
Jaime Richart
Hay cinco asuntos capitales: paraísos
fiscales, aborto, droga, energías
renovables y eutanasia activa. Los cinco afectan (naturalmente de distinta
manera y con distinta gravedad según el país del sistema de que se trate) a la
médula de la vida social. Y los cinco están pidiendo a gritos solución.
Especialmente en España. Por las características estructurales de este país
-léase desigualdad-, por la rémora de ideas superadas en otros, y por la índole
de las clases asociadas al poder de facto transmitido.
Como en tantas cosas que condicionan la vida
pública (a menudo estúpidamente), el estatuto de los cinco asuntos responde
descaradamente a cualquier intención subrepticia menos la alegada por el poder
y los poderes: sea el político, el religioso, el judicial o el económico. El argumento para no legalizar la droga es
proteger sanitariamente a la sociedad; el que oscila, según fórmulas, para no
hacer libre el aborto es proteger la vida; el que se alza frente a las energías
renovables es que éstas son más costosas;
el que impide la eutanasia activa es que propicia el asesinato; y el que
justifica los paraísos fiscales es el silencio.
Puesto que hoy día es imposible el engaño pese
a que lo intentan una y otra vez los impostores, pongamos las cartas boca
arriba y denunciemos los verdaderos propósitos: el verdadero propósito de no
suprimir los paraísos fiscales es consagrar el dinero y no enfrentarse a los lobbys que lo poseen todo; el verdadero
propósito de no legalizar la droga es la sinrazón, puesto que si, según
Naciones Unidas, las muertes anuales por consumo de droga son 253.000, 5
millones por consumo de tabaco y 1,8 millones por consumo de alcohol, puestos a
prohibir, la razón debiera estar en prohibir antes el tabaco y el alcohol que
se consumen libremente; el verdadero propósito de no sustituir la energía fósil
por las renovables es no atentar contra los intereses creados; el verdadero
propósito de no liberar el aborto es obligar a la mujer a hacer cualquier cosa
por allegar al hijo un trozo de pan; y el verdadero propósito de prohibir
médicamente la eutanasia activa es no enfrentarse ni a la iglesia católica ni a
la clase médica que dice deberse a un juramento hipocrático trasnochado a estos
efectos.
Si se mantuviese el razonamiento esclerotizado
propio de otras épocas; ése en cuya virtud los concilios podían discutir meses o años sobre si la luz del monte Tabor era creada o increada, habría
argumentos para mantener la esclavitud o la servidumbre, para negar derechos a
la mujer y a otros seres humanos, para mantener el oscurantismo y la caza de
brujas, para perseguir la homosexualidad y trabajar de sol a sol, para
mantener el servicio militar obligatorio o para aplicar penas crueles y por
supuesto la de muerte, así como un largo etcétera de barbaridades y de necedades propias del humano primitivo o retrasado. Pero estamos a
punto de enlazar con otros mundos y el cosmos es ya nuestro destino. De manera
que hora es de que los poderes
europeo y español remuevan estos cinco obstáculos para hacer más fácil la vida
individual y colectiva, ya suficientemente malograda por los colosales
intereses financieros en la sombra que asfixian a la sociedad con el mayor
disparate de todos: hacernos creer que tenemos libertad.
Puntos de Página
DdA, XII/3013
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