Pese a la supercalifragilística recuperación de la
economía con la que nos bombardean continuamente, la patronal no se apea de la
burra de la moderación salarial. Rosell negocia con CCOO y UGT las
migajas de las migajas que corresponden a la clase trabajadora. Desgarrándose
las vestiduras y en un alarde de supina generosidad, la CEOE propone una subida
de un 1% para 2016.
Los curritos, espoloneados por la esplendidez de la
oferta, nos hemos lanzado a consumir a tontas y a locas. Tengo entendido que se
han agotado todas las existencias de Moët Chandon porque al proletariado todo
se nos va en brindar para celebrar el jugoso incremento de renta que se
avecina.
Rosell, como sus antecesores en el cargo, ya ha
demostrado en múltiples ocasiones la sensibilidad social que se gasta. El
presidente de la patronal se caracteriza por sus creativos análisis de graves
problemas como el desempleo. La culpa es de las mujeres. Si asumiéramos el rol
tradicional de amas de casa en vez de aventurarnos a la vida laboral no
engordaríamos las cifras del paro.
Para Rosell, las féminas somos unos seres caprichosos
a las que nos da por trabajar solo por chinchar o por motivos hormonales,
¡vaya usted a saber!.
Pero que nadie piense que Juan Rosell es ajeno a
las injusticias que padece la clase trabajadora. Él es partidario de la
igualdad, siempre que sea a la baja. Por eso se le ocurren medidas tan
equitativas como eliminar los contratos indefinidos. Unos privilegiados que
miran por encima del hombro a los temporales. El Che Guevara empresarial está
dispuesto a bajarles los humos y a depositarlos en la misma bolsa de pobreza e
inseguridad que al resto de los trabajadores. Todos iguales en la precariedad.
Para que luego digan que los patronos no tienen sentido de la justicia.
La última que se le ha ocurrido al buen hombre ha
incendiado las redes. En un acto con empresarios y hoteleros en Madrid ha
asegurado que " si la sanidad y la educación estuvieran gestionadas por
empresarios se harían mejor las cosas". Se lo dice al foro adecuado.
Los aguilillas que ven en el botín público el reemplazo a los pelotazos
urbanísticos. La cuestión es que esa ponderada gestión privada se está
demostrando catastrófica allá donde se ha implantado. Privatizar hospitales
(muchos ya tienen privatizada su gestión económica) sale caro al ciudadano.
Pero además la atención y los tratamientos y pruebas se escatiman hasta poner
en grave peligro la salud de los pacientes. Ya hay demasiadas evidencias que lo
confirman.
Para Rosell la sanidad y la educación públicas
son la tierra prometida de la que sueña sacar grandes rendimientos. Un negocio
redondo que con criterios empresariales funcionaría como un reloj suizo... para
abultar la buchaca de la cuchipandi. Todo un clásico: robar al
pueblo para repartir entre los poderosos. ¿O era al revés?. Bueno, al que nace
tiburón no hay ortodoncia que le enmiende los colmillos.
A mí se me ocurre que, puestos a externalizar ,
podríamos probar con la CEOE en su totalidad manifiesta (sin olvidar a los
eméritos) para después vendérselos o regalárselos a algún fondo buitre. Pero es
que me pasa casi lo mismo que a Rosell. No puedo evitar expresar en voz alta mis
más perversos e íntimos deseos. Nos pierde la boca.
DdA, XII/3003
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