Félix Población
Sabíamos del voto cautivo, que nombra el caudal electoral propio, más
o menos fijo y estable con que cuentan los partidos políticos en las
urnas cada vez que hay elecciones. Este tipo de papeleta es el que
corresponde a los afiliados y simpatizantes más entregados, capaces de
apoyar a su partido en las más adversas circunstancias. Su adhesión
tendría algo de fe religiosa si no concurriesen con harta frecuencia
intereses derivados del ejercicio del poder que ese partido puede llegar
a ocupar y repartir. También concurren, ciertamente, afinidades
ideológicas, simpatías personales por el líder o líderes y otros
vínculos derivados de la tradición familiar. Lo que no sabíamos hasta
hoy es que, además del voto cautivo, hay otro voto difunto que puede
contar en sentido contrario para justificar las razones por las que el
Partido Popular perdió en Galicia hasta ciento noventa mil sufragios el
pasado domingo. Según el presidente de la Xunta y delfín dicen de don
Mariano el Simple, la derrota de su partido se debe en parte a que cien
mil de esos votos corresponden a votantes difuntos. Cabe preguntarse,
ante semejante argumento, si el señor Núñez Feijóo echa en falta el voto
de los ausentes por la ausencia de su partido de la realidad o porque
avista al PP haciendo méritos para su deceso.
DdA, XII/3016
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