Ana Cuevas
Viendo el programa de Wyoming
confirmé una sospecha que rondaba hace tiempo mi cabeza. Fue gracias a
la interpretación que el psicoanalista Carlos Fernández hizo de las
últimas ocurrencias de doña Esperanza Aguirre y sus erráticos cambios de
criterio. ¿Qué tiene la condesa que de su boca de fresa (ácida tirando a
corrosiva) brotan disparates como si no hubiera un mañana?
El
diagnóstico del especialista no podía ser más revelador. Aseguró que
tal comportamiento solo podía deberse a una enajenación mental fuerte.
Un estado que definió como "síndrome de omnipotencia en las ideas". Algo
que ocurre cuando el individuo/a sufre un violento shock porque su
visión de la realidad no coincide con la opinión que otros manifiestan.
Entonces
comprendí que dicho mal debe ser altamente contagioso porque lo de
Aguirre no es un caso aislado. Es cierto que parece difícil superar el
listón de la lideresa engendrando delirios paranoicos sobre soviets que
pretenden tomar los distritos españoles provocando el hundimiento de la
democracia occidental. O ese empecinamiento en relacionar con ETA
cualquier linea de pensamiento que discrepe con la suya. La mentira
(disfrazada de campechanería chulapona y cañí) ha sido el motor de su
carrera política. Y le ha funcionado en muchas ocasiones. Es curioso
escuchar a algunas personas hablando de la amenaza bolivariana que
supone Podemos. Sobre todo si consideramos que, muchos de los que
repiten este mantra, serían incapaces de señalar Venezuela en un mapa y
no tienen pajolera idea de quién era Bolivar. ¿Serán víctimas
colaterales de la enfermedad de Espe?
Pero
como ya he apuntado, doña Espe no es la única que está flipando en
colorines. La concejala valenciana de cultura, Nuria Losada, ha dado un
salto cualitativo en lo referente a la emisión de despropósitos. La
pobrecica ha expresado en las redes sociales su preocupación por la
quema de conventos y violaciones de monjas que va a acarrear el ascenso
de la izquierda a su enajenado entender. Y esto no es nuevo. El
¿periodista? Hermann Tertsch ya vaticinó hace unos meses observando los
posos del café que, de llegar Podemos a tocar poder, Iglesias y su banda
de desgarramantas matarían a la gente por cuestiones políticas.
Es
duro comprobar que existe un mal endémico entre los fachas nacionales
(ya sean del PSOE o del PP) que les obliga a desvirtuar la realidad para
ajustarla a la enfermiza lógica de sus desquiciadas mentes. Pero al
menos resulta menos grave pensar que esta sarta de barbaridades
ponzoñosas no son fruto de la soberbia absolutista sino de algún trauma
infantil o de la falta de oxígeno en el momento del parto. Porque si no
estuvieran tan malitos se podría pensar que están insultando la
inteligencia de la ciudadanía inventando estas carroñas con el único fin
de recuperar el poder que han perdido por su pésima gestión. Pero no
seamos malpensados. Nadie en su sano juicio haría como Esperanza
Aguirre: criticar el programa de Manuela Carmena (pese a reconocer que
no se lo ha leído) a la par que admite desfachatadamente que ella misma
se presentaba sin programa para que la oposición no pudiera acusarle
luego de no haberlo cumplido.
¿No
es cosa de locos? En fin, quizás exista una terapia colectiva o alguna
vacuna que pueda solucionar el problema de esta gente. De haberla,
propongo que se la dispensen con mayor diligencia que se hizo con los
enfermos de hepatitis C. Por mera humanidad. Porque aquí, científicos
para descubrir una cura, ya casi no nos quedan. Tuvieron que levantar el
vuelo hacia otras tierras a causa de la insensatez con que se recortó
en sus proyectos de investigación. Pues eso, cosas de locos.
DdA, XII/3016
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