A pesar de esta semejanza por la cabeza, lo que ahora les está ocurriendo a Ciudadanos y a Unión Progreso y Democracia es muy distinto, pues mientras el partido de la lideresa Díez parece estar en las últimas tras su rotundo fracaso en Andalucía, el de Rivera obtuvo en esa región un indudable éxito y tiene a la demoscopia muy inclinada a su favor.
Esto ya le pasó en cierto modo a UPy D. Fundado en 2007, en solo cuatro años logró tener grupo parlamentario propio en el Congreso, obtuvo hasta 150 concejales, logró representación en algunos parlamentos autonómicos y hasta un millón de votos en las pasadas elecciones europeas. Hoy, sin embargo, como consecuencia de su primer fracaso electoral en Andalucía, está a pique de su disolución, a pesar de la decadencia manifiesta de los dos partidos mayoritarios.
¿Qué se puede sacar como conclusión de esto? Que no hay nada tan veleidoso como el voto que puede recolectar este tipo de partidos, cuya floración y sostenimiento se debe al desprestigio de los mayoritarios. Esa versatilidad en el voto quizá pueda ser un síntoma de la que Ciudadanos pueda aplicar cuando llegue la hora de los pactos, nunca tan previsible como tras los resultados de este año electoral. Yo la veo en Ciudadanos inclinada a la derecha. Y el Partido Popular también. Me lo dice la imperturbabilidad de don Mariano después de la deblace andaluza. ¿O alguien entiende que UPyD se hunda y el PP se muestre tan flemático y hasta alardee de su exitosa gobernación en España?
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