Cuando
llegue el momento de la verdad y Ciudadanos sea invitado por el Partido
Popular a compartir poder, dudo mucho que Albert Rivera y compañía se
resistan a una tentación tan golosa
Fernando de Silva
No
nació con esa intención, pero va camino de convertirse en ello.
Ciudadanos, un partido que representa a una derecha conservadora, y que
incluso en sus inicios se situaba a la derecha del Partido Popular, va
ganando terreno de forma meteórica, hasta el punto que ya compite en
igual de condiciones con PP, PSOE y Podemos, si nos atenemos a los
resultados de las últimas encuestas, y parece apoderarse de manera firme
de un voto desencantado que hace tres años apoyó al gobierno de Mariano
Rajoy.
Albert
Rivera, un joven político de buen talante que, a primera vista, cae
bien a casi todos, con mensajes muy sencillos y directos parece que va
calando entre un amplio sector del electorado. Representa la juventud y
la limpieza en política, en contraste con la putrefacción que invade a
los dos grandes partidos de siempre, que observan como el bipartidismo
se desvanece.
Pero
no nos dejemos engañar. Sabedores nuestros actuales gobernantes de que
les resultará casi imposible recuperar a un electorado perdido, en mayor
medida cuando no se refugia en la abstención, sino que busca otras
alternativas, el PP no ve con malos ojos el ascenso de Ciudadanos si con
ello neutraliza al PSOE y frena el ascenso de Podemos. Es más, ya lo
observa como la muleta que les permitirá seguir gobernando en muchas
ciudades y posibilitará la reelección de Mariano Rajoy como presidente
del Gobierno.
Cuando
llegue el momento de la verdad y Ciudadanos sea invitado por el Partido
Popular a compartir poder, dudo mucho que Albert Rivera y compañía se
resistan a una tentación tan golosa. Quizás pueda servir de freno a los
desmanes de la derecha reaccionaria que nos ha gobernado en los últimos
años, pero permitirá que quienes han menoscabado los derechos de los
ciudadanos, creando una desigualdad histórica difícil de recuperar, y
que han utilizado sin pudor alguno la corrupción como un fácil camino
para un enriquecimiento personal, puedan seguir gobernando.
No
nos engañemos, si queremos que este país cambie de verdad, el objetivo
que nos debemos proponer los ciudadanos es expulsar a quienes nos han
mentido, ninguneado, robado y manipulado en los tres últimos años. Solo
así recuperaremos la decencia y el sentido común que debe de presidir
cualquier actuación política, que debe estar siempre encaminada a la
defensa de los derechos de los ciudadanos, tan denostados en los últimos
tiempos, y no a su menosprecio.
Ciudadanos
no es de izquierdas ni de centro. Representa a una derecha distinta y
aparentemente decente, pero nada más. Que nadie se equivoque, el futuro
pasa por la izquierda de verdad, y no por dar aliento a quienes están
destruyendo nuestros derechos, y atentan contra nuestra dignidad. No nos
confundamos de amigo ni de enemigo.
DdA, XII/2946
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