Es de hacer constar la unidad inquebrantable e histórica de esa trouppe. No tienen desavenencias internas entre ellos. Forman un bloque firme, sólido y convergente, mientras que quienes lo combaten o tratan de hacerlo no dejan de anotar divergencias y/o carencias en los programas de unos u otros. Todo menos hacerse uno con todos los que sufren la estafa gestada por ese bloque firme de potentados del mundo. Lo que más me ha llamado la atención de la noticia, publicada hoy en el diario El País, es que el Instituto Atlántico de Gobierno, creado y presidido por el expresidente Aznar y adscrito a la Universidad Rey Juan Carlos, "tendrá un consejo académico integrado por responsables de empresas del IBEX 35 e intelectuales
como el escritor Mario Vargas Llosa". Al redactor de la información le ha bastado la cita de este solo nombre para dar credencial intelectual al empeño, bien es cierto que tratándose de Vargas basta su sola presencia para dar lustre y esplendor a un evento de esas características. Luego abunda la noticia en la cultivada personalidad de quienes ocupaban las primeras filas del aforo: Soraya Sáenz de Santamaría; la ministra de Fomento, Ana
Pastor; el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González; y la
alcaldesa de Madrid, Ana Botella de Aznar; además de otros
dirigentes populares de no menor prestancia "atlántica" como Esperanza Aguirre o los exministros Alberto
Ruiz-Gallardón (Justicia) y Ana Mato (Sanidad). La que podríamos denominar Universidad Personal José María Aznar impartirá másteres sobre liderazgo a 18.000 euros anuales y cursos especializados de un día y medio, entre los que habrá uno sobre "lobbies" que contará como profesor magistral con el exministro Cañete, al módico precio de 1.500 euros día y mitad. No me resisto, ante esta información, a dar el máximo formato a la foto tenebrista que ilustra la noticia de El País ni a redifundir el artículo que sigue, publicado hoy en Asturias24:
LOS POLÍTICOS MATAN LA CULTURA POR DESPRECIO Y POR MIEDO
Félix Población
Una entrevista con el autor, Nuccio Ordine, difundida en Página 2, me permitió dar con su pequeño ensayo La utilidad de lo inútil, que
considero imprescindible en los tiempos que corren, tan entregados a la
lógica del beneficio y el utilitarismo, cuando estamos comprobando
además que el fármaco de la dura austeridad --según sostiene Ordine--,
en lugar de sanar al enfermo, lo está debilitando de manera inexorable,
conduciendo a la clase media y a los más débiles a pagar las deudas
contraídas por los estados y las empresas, hasta el punto de desposeer a
la mayoría de la población de su dignidad. El derecho a tener derechos
queda sometido a la hegemonía del mercado, con el riesgo de eliminar
cualquier forma de respeto por la persona, afirma el autor en la
introducción de su libro.
La transformación del ser humano en mercancías y dinero ha dado vida a
un monstruo, sin patria y sin piedad, que acabará negando también a las
generaciones que vienen toda forma de esperanza. Es en este contexto
donde la utilidad de los saberes inútiles se contrapone de modo radical a
la realidad dominante. Nuccio Ordine recoge en su manifiesto citas y
reflexiones coleccionadas durante su ejercicio profesional, que agrupa
en tres partes: una primera dedicada a la útil inutilidad de la
literatura; la segunda, consagrada a los efectos desastrosos producidos
por la lógica del beneficio en el campo de la enseñanza, la
investigación y otros tipos de actividades culturales, y la tercera que
está dedicada a una relectura de los clásicos, con objeto de mostrar los
efectos devastadores que sobre la dignitas hominis, el amor y la verdad tiene la carga ilusoria de la posesión.
El saber --señala el autor-- constituye por sí mismo un obstáculo
contra el delirio de omnipotencia del dinero y el utilitarismo. Todo
puede comprarse, pero no el conocimiento. Para esto se requiere esfuerzo
individual y una inagotable pasión. Solo el saber puede desafiar las
leyes del mercado. Podemos poner en común nuestros conocimientos sin
empobrecernos. Es más, tal como indicó Montaigne, con el conocimiento se
da el caso de que quien da y quien recibe se enriquecen al mismo
tiempo.
Un capítulo muy intereante del libro es el que Ordine dedica a los estudios universitarios bajo el epígrafe La universidad-empresa y los estudiantes-clientes.
Denuncia el autor que casi todos los países europeos se decantan hacia
el descenso de los niveles de exigencia y de programa para permitir que
los estudiantes superen los exámenes con facilidad y así se gradúen en
los plazos establecidos por la ley. Prima la quantitas sobre la qualitas
porque los alumnos, más que tales, son clientes y los profesores
ejercen de burócratas, olvidando que un buen profesor es sobre todo un
infatigable estudiante.
Cuando la crisis atenaza a un país es más necesario que nunca que los
fondos destinados al conocimiento y la investigación se incrementen
para evitar que la sociedad caiga en el abismo de la ignorancia, hacia
el que España camina por estar haciendo lo contrario. "Si solo se piensa
en la vida material --dijo Victor Hugo--, ¿quién proveerá a encender
antorchas para las mentes?" El autor también cita a Tocqueville y sus
planteamientos sobre las bellezas fáciles y los peligros de las democracias comerciales, a propósito de su ensayo La democracia en América.
Menciona el profesor italiano a Locke y a Gramsci, y señala la
necesidad del estudio de las lenguas clásicas y el valor de la filología
como defensa frente a una humanidad desmemoriada que perdería por
entero el sentido de la propia identidad y de la propia historia.
Sabotear la cultura y la enseñanza significa sabotear el futuro de la humanidad, afirma el autor de La utilidad de lo inútil,
que para abundar en su reflexión recurre a una frase muy simple
inscrita en el tablón de anuncios de una biblioteca de manuscritos en un
perdido oasis del Sahara: "El conocimiento es una riqueza que se puede
transmitir sin empobrecerse". Es más, como quedó dicho según Montaigne,
enriquece tanto a quien lo transmite como al que lo recibe. Se podría
pensar, por lo tanto, que si la sociedad de los mercados que gobierna el
mundo pretende reducir todos aquellos saberes que reportan conocimiento
humanístico, su fin estaría en eliminar ese conocimiento, la
única resistencia que se opone a las leyes de los mercados. "Los
políticos [en tanto que agentes de los mercados] matan la cultura
-afirmó Ordine en la entrevista publicada por El Diario-, porque la desprecian, pero también porque le tienen miedo".
PS.- Complementa el libro un ensayo del pedagogo estadounidense Abraham Flexner (1866-1959) sobre La utilidad de los conocimientos inútiles.
DdA, XII/2923
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