jueves, 4 de diciembre de 2014

LAS DEVOLUCIONES EN CALIENTE NO SON CUESTIÓN DE FE PARA FERNÁNDEZ DÍAZ

 
 Félix Población

Con toda seguridad, si en Roma no estuviera el papa Francisco, que de modo tan rotundo condenó la conversión del Mediterráneo en un cementerio en el que se hunden las vidas y los sueños de los inmigrantes del sur, la iglesia de España no hubiera tenido la osadía de reclamar a su gobierno más afín, el del Partido Popular, la retirada de la reforma que legaliza las llamadas “devoluciones en caliente”. 

La opinión de la Conferencia Episcopal, en contra de lo que cabía prever por parte de uno de sus más fervorosos fieles, no ha sido bien acogida por el titular del ministerio que promueve esa reforma, Jorge Fernández Díez, que en lugar de compartirla como devoto creyente ha apelado a lo que en él suena casi a irreverencia: "Creo en la separación de Iglesia-Estado, cada institución tiene su ámbito de competencia, otra cosa es que han que colaborar en aras del bien común y entiendo que la Iglesia ponga el acento en la misericordia y el aspecto humanitario pero no puedo aceptar que parezca que los demás no tenemos sensibilidad con los Derechos Humanos".

Estas declaraciones, hechas a Telecinco y recogidas por Europa Press, más parecen las de un militante de un partido laico que las de un miembro supernumerario del Opus Dei, que –siguiendo otras recogidas en una entrevista- considera que Dios está muy presente en el Congreso y que las Cortes son el órgano legislativo del Estado y Dios, el gran legislador del universo. Don Jorge  estima asimismo que la política es un magnífico campo para el apostolado, la santificación y el servicio a los demás, que el señor ministro vive como vocación personal y específica. Es -en sus palabras- "el lugar donde Dios quiere que esté. Para un católico, dedicarse a la política, aquí y ahora, es un reto apasionante”.

Lo dicho, sin embargo, no reza al parecer con las aludidas “devoluciones en caliente”.  Solo cuando se trata de interceder a Santa Teresa de Ávila, para que nos alivie de la crisis a la que nos ha llevado la dictadura de los mercados, o cuando considera don Jorge, a pesar de su creencia en la separación Iglesia/Estado, que es preciso condecorar a Nuestra Señora María Santísima del Amor con la medalla de oro al mérito policial con carácter honorífico. Y esto, no porque la tal María Santísima del Amor colabore estrechamente con el cuerpo de Policía en las fronteras del sur, sino porque esa colaboración –según petición expresa de la dirección policial – se refiere muy específicamente a los actos celebrados en Semana Santa, impropios de un Estado aconfesional como el que la Constitución de 1978 proclama y del que Fernández dice ser creyente.


DdA, XI/2861

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esa política del ministro equivale a la actitud de los trileros. Ni en su fe creo ni en su política se puede creer.

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