Félix Población
Cuando a ninguno de los partidos
turnantes en el poder, a lo largo de estos tres largos decenios, se les
recrimina el incumplimiento reiterado de sus promesas electorales, surge
Podemos y casi al tiempo que se organiza como partido se le insta, con una
urgencia desaforada, a que estampe su programa electoral. Esta es la nota más
destacada de las sucesivas entrevistas que Pablo Iglesias concedió a varios medios
en los últimos días, sin que entre ellos estuvieran la televisión pública estatal, que parece
haber condenado al nuevo líder político a la inexistencia.
Aparte de las interviús audiovisuales
nada complacientes en las que intervino Iglesias, columnistas, voceros y
editorialistas como los del diario El País ayer (Paisajes calcinados) han
iniciado la campaña del miedo a la que España parece estar sometida
históricamente cada vez que surgen iniciativas políticas con capacidad de
seducir a la ciudadanía. Bastaría leer a este respecto lo que los medios
conservadoras pregonaban antes de las elecciones de 1982, ante la expectativa
de una victoria del Partido Socialista -tal como sucedió-, para considerar que
la de ahora contra Podemos va a ser una campaña mucho más intensiva y extensiva que aquella, posiblemente con los
mismos resultados que la de entonces.
Las encuestas favorecen más cada día en expectativas de voto al nuevo partido
emergente. Incluso se podría pensar que las encuestas verificadas a nivel
interno por el PSOE y el Partido Popular reflejan un porvenir mucho más
amargo para ambos, que sería el impulsor de un mayor celo por parte de los voceros,
columnistas y editorialistas del régimen para endurecer sus críticas contra la
formación de Pablo Iglesias, bien sea azuzando el miedo como hace el editorialista de El País o a través de la
difamación y la falacia, según prodigan algunos tertulianos tan airados como insidiosos.
De ese modo podemos asistir a la invención de noticias sobre Juan Carlos Monedero o Íñigo Errejón, 0 a la reprensión del rígido Risto
Mejide (Cuatro TV) a Pablo Iglesias para que no critique
al banquero Emilio
Botín, encausado por defraudar a Hacienda 200 millones de euros
que tenía ocultos en Suiza y con 5 procesos a sus espaldas,
porque era "un emprendedor". Ya me gustaría que Ana Pastor sometiera
a don Mariano, sin plasma de por medio, o a Pedro Sánchez, de visitar su plató en La Sexta, a
un cuestionario tan riguroso como el que le planteó a Pablo Iglesias y que
tampoco tuvimos oportunidad de apreciar con anteriores invitados de los respectivos partidos
turnantes.
Tanto Partido Popular como
Partido Socialista tienen vetado a Podemos en la televisión pública estatal. Yo
a esa actitud, impropia de un Estado democrático, la llamo como se llamaría
antes del 78: la propia de una televisón del régimen. El miedo de ambos partidos a perder la costumbre de turnarse como sucesivas alternativas de poder, les
impulsa a dar por inexistente lo que pasa en la calle, al tiempo que instan
desde otros medios a que el miedo a Podemos fructifique en la ciudadanía.
Pero hay algo que se le escapa o
no quieren reconocer esa vieja y necia política y esos medios afincados en la misma: los
ciudadanos no pueden tener miedo a lo
que mayoritariamente piensan. Si ambos partidos turnantes tienen responsabilidades en la
España que soportamos, la voz de la calle ha de inclinarse mayoritariamente por
el voto a quienes han sabido interpretar su pensamiento y tienen además, como
más consistente factor de credibilidad en un país sumamente afectado por la
corrupción, un pasado político limpio. Si a eso unimos su juventud y
preparación, lo menos que le se le podría pedir a la prensa del régimen es que
los dejaran trabajar en paz en su programa y no tengan tanta urgencia en lapidarlos, porque van en
contra de lo que piensa la calle y posiblemente se resuelva en las urnas.
Puntos de Página
DdA, XI/2846
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