Disiento de lleno con la definición del término perrería que viene en el diccionario: Acción villana que se comete faltando bajamente a la fe prometida o a la debida correspondencia. Como
amante de los perros, y por supuesto de las perras, solo puedo hablar
de la lealtad inquebrantable que siempre he hallado en dichas bestias.
No merecen que su noble especie se relacione con comportamientos que son
exclusivamente humanos como la traición.
Algo parecido pasa con la
expresión judiada. Es un concepto residual de nuestro inquisidor pasado que atribuye cualidades peyorativas per se
a toda la raza hebrea y que se emplea para señalar un acto deshonesto,
perjudicial e injusto. Las connotaciones racistas no necesitan
comentarios. Pero que un
cargo público combine ambos desatinos en su discurso en lo que se supone
era su puesta de largo y declaración de buenas intenciones, resulta
algo más que desafortunado.
Cuando
Mariola Vargas (la nueva alcaldesa de Collado Villalba que sustituye al
anterior enmarronado) declaró tontunamente que ella no era una perra judía se
retrató intelectual e ideológicamente.Le brotó de forma espontánea,
sin premeditación alguna. Con la naturalidad que da la idiocia( a
algunos monos y monas parlantes) para soltar inconveniencias.
La
moza pidió disculpas. Más perpleja que compungida explicó que era una
expresión muy de Madrid. Así insultó de una tacada a la comunidad judía y
a todos los madrileños dando a entender que son racistas, por lo menos
verbalmente. Tanto su predecesor en el cargo, como una lista
interminable de miembros de su partido, encajan como un guante en eso de
lo que dice renegar Mariola Vargas. Son gente bajuna que han
traicionado la confianza de sus electores y han cometido actos
deshonestos, perjudiciales e injustos.
Pero yo no les definiría nunca como perros judíos. Tenemos
un idioma rico en adjetivos sin necesidad de recurrir a términos
ofensivos para otros seres inocentes. Villanos, canallas, sinvergüenzas,
cuatreros, desalmados, codiciosos, desaprensivos... podríamos llenar
páginas de epítetos más apropiados para describir sus delictivas
inclinaciones.
Lo de
Mariola es muy fuerte. Aunque gracias a las medidas de transparencia de
Esperanza Aguirre hemos conocido a una candidata a la regeneración del
PP en estado puro. Luego que nadie se tire de los pelos. Han sustituido a
un presunto corrupto por una bocachancla declarada. La cosa promete,
aunque como hablamos del PP, lo que se promete jamás se cumple. O sea que
nadie espere cambios espectaculares en las imputadas filas peperas. No
hay más cera que la que arde.
Utilizando su lenguaje, sin que sirva de
precedente, son los mismos perros y perras aunque cada uno con su
exclusivo collar. Pero con una especialidad en común: engañarnos para
poder hacer mil y una perrerías. Comprenderán que la ciudadanía
ande, más que mosqueada, rabiosa. Está claro que nos toman por
idiotas ¿Regeneración, transparencia? A otro chucho con ese hueso. Que
no cuela.
DdA, XI/2843
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