Este es el post que este mismo mediodía ha publicado Pedro J. Ramírez en su muro de Facebook. Le sabíamos enojado como conseguencia del ninguneo sufrido con motivo de la conmemoración del vigésimo quinto aniversario de la fundación del diario El Mundo, obra suya, pero no hasta el extremo de hacerlo explícito públicamente. Hasta tal punto ha sido así que ha mutilado en Twitter una de las páginas más dilatadas de su currículum, la que había escrito hasta el pasado mes de enero en que el gobierno vigente lo desalojó su cargo como director del periódico. Todos sabemos, sin embargo -sobre todo los que le conocen- que no se va a conformar con ser un simple periodista ahora que tiñe canas y que su disposición a aprender de los jóvenes colegas es toda una advertencia a la resurrección que proyecta con su nuevo periódico, El Universal, entre cuyas metas de primer alcance estaría -según se comenta- un asalto a la jefatura del Estado en la persona de doña Letizia. Se diría entre las apetencias de este curtido profesional -buen conocedor de nuestro siglo XIX-, que enlodó su carrera periodística con el lamentable episodio de la conspiranoia del 11-M, está la de remedar a don Emilio Castelar con su artículo "El rasgo", publicado en el diario La Democracia en 1865. Aquella fue una dura crítica a la reina Isabel II que traería como consecuencia a posteriori que fuera destronada. Este Lazarillo está en condiciones de asegurara que, rebajando comparanzas, no será para tanto el retorno de Ramírez a la cabecera de su nuevo diario, pero sí que va a ser realmente sonoro. Se lo está pidiendo el cuerpo y la ausencia.
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