¡Dejen
ya de escudriñar las estadísticas y otear la opinión de sesudos
economistas y pedantes tertulianos¡ El destino de los pueblos
carpetovetónicos se dirime en otra arena. En un mundo virtual
sobrenatural en el que los padres de las patrias íberas se mueven como
renacuajos en el agua. La cosa tiene huevos.
Por un lado, los de Rajoy.
Porque huevos se denominan las cuentas en Twitter que funcionan como
robots aumentando el número de followers. El milagro Mariano (mucho más
moderno que los del perro-flauta Jesucristo) no multiplica los panes y
los peces sino los seguidores en Twitter. Por arte de birlibirloque , en
apenas 12 horas, 60.000 seguidores árabes han brotado como followers
del locuaz Rajoy. Como resulta improbable que se deba a un
estrechamiento repentino de la alianza de civilizaciones o a la
brillante oratoria y sex appeal del presidente, el incremento espontáneo
de followers huele bastante mal. A huevos podridos. Como parecen oler
más del 60% de los huevos de esa cesta o cuenta twittera.
Fenómenos
para-anormales internaúticos de los que solo podemos desconfiar
conspiranoicos como servidora. Sobre todo cuando se da la circunstancia
de que, comprando followers a granel, Rajoy superaría al líder de
PODEMOS, por lo menos en el ciberespacio, aunque fuera de mentirijillas.
Un suceso digno de ser investigado en todo caso. Aunque solo sea por
constatar el patetismo de esta peña.
Pero aún más esotérico es el
desternillante asunto del huevo de Pujol. Ese que la bruja Adelina
pasaba por su espalda para librar al "Honorable" del mal de ojo. Según
asegura la meiga, el huevo cascado de Jordi mostraba después un aspecto
viscoso y negro como el Tito. Pero está claro que no le sacó toda la
mierda. Lo digo por la que está saliendo ahora y amenaza con ahogar en
procesos judiciales a toda la familia.
Esta vez, no será Adelina quien
rompa los huevos de los Pujol para sacar porquería. Será la Justicia. Y
sería conveniente extender la investigación a todas las instituciones
que han consentido que el expolio del clan Pujol se haya prolongado
durante más de treinta años. Estos, como poco, los tienen cuadrados. Los
huevos digo. Y aquí lo dejo que, sin venir a cuento, me han entrado
unas ganas bestiales de hacerme una tortilla. ¡Manda huevos!
DdA, XI/2.782
No hay comentarios:
Publicar un comentario