lunes, 8 de septiembre de 2014

AL EXREY JUAN CARLOS LE GUSTAN LAS MORCILLAS TANTO COMO A CARLOS IV LOS CHORIZOS

Lazarillo

Han sido muy comentadas hoy en las redes sociales las fotografía del exrey JuanCarlos I comprando morcillas en un determinado establecimiento cerca de Burgos. No sé si con las mismas se ha pretendido dar una segunda imagen pública del Borbón padre -después de la de Granada en el Mundial de Baloncesto-, para mitigar cualquier tipo de suspicacia acerca de la "desaparición" del anterior monarca tras su abdicación. Lo cierto es que tener nuevamente a un Borbón prendado de la charcutería casa también -como las aficiones cinegéticas de Juan Carlos I- con la dinastía a la que pertenece. Es oportuna, por lo tanto, la anécdota del choricero de Carlos IV: Hallábase de caza éste cuando sintió apetito, coincidiendo la gusa con el paso de un vendedor ambulante de chorizos, que portaba sus mulas cargadas de este oloroso manjar. El choricero se llamaba José Rico y era muy conocido por todos sus vecinos de la población salmantina de Candelario como el ‘Tío Rico’. Le dio de comer al rey algunas piezas de su más preciado embutido, quedando el monarca maravillado por la degustación, por lo que instó al Tío Rico a servirle sus productos, convirtiéndolo en Proveedor de la Casa Real, algo que hizo que los chorizos de Candelario y la propia localidad alcanzasen una extraordinaria fama entre el personal de la Corte, con las consiguientes rentas por ello. La admiración de Carlos IV llegó hasta tal punto que mandó al pintor Bayeau, cuñado de Francisco de Goya y artista de la Real Fábrica de Tapices, inmoratlizar al Choricero de Candelario, obra finalmente no de Francisco Bayeau sino de su hermano Ramón. Dicho queda, por si los morcilleros de Burgos les cupiera similar suerte: llenar la Casa Real de morcillas, después de haber entrado los chorizos.


                         DdA, XI/2784                      

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