Mi memoria empieza a ser más que madura y
esto de Facebook (FB) ha renovado muchos afectos y viejos vínculos casi remotos. Para
quienes dejamos Gijón hace muchos años, porque el viento de la vida nos llevó a
vivir en otras ciudades, FB ha servido al cabo del tiempo para recuperar nombres casi borrosos y hacer posible reencuentros en vivo y en directo que sin esa herramienta quizá hubieran sido
imposibles.
No dejo de lamentarme por no
haber hecho posible ese reencuentro en vivo con Gonzalo Mieres, cuyo nombre se me había
extraviado en el recuerdo hasta que tuve el gusto de hallarlo entre mis amigos
virtuales muy recientemente. Tan recientemente que, enterado hoy mismo de su
repentina muerte, no puedo evitar que la sorpresa y la pena se alíen con la rabia.
Siento rabia porque hasta ayer,
en que analizó con la solvencia crítica que le caracterizaba los resultados electorales,
ni su aspecto físico ni la lozanía de su criterio exponiendo con viveza y rigor
sus opiniones, hacía pensar que se nos pudiera ir con 71 años este hombre clave en la historia de la ciudad. Siento rabia
porque hasta ayer estuve por decirle: Bueno, Gonzalo, a ver si nos vemos este
verano y hacemos memoria común y todo eso.
Habría sido una memoria muy
remota y muy liviana, de acuerdo, porque ambos nos reencontraríamos sin haber
mantenido en el pasado más que una relación que por la difrenecia de edad solo fue distante y difusa, pero yo me he
quedado con las ganas de decirle a Gonzalo, por haber compartido mucho más modestamente una parte de la historia cultural de la ciudad en la que él fue tan decisivo: Gracias, compañero, por todo lo
que hiciste en ese campo, antes y después de que ese campo se abriera a la libertad de expresión y expectativas.
¿Qué me habría costado decírselo
por FB en lugar del conciso “me gusta” a sus jugosos comentarios? Confiaba en el
reencuentro directo. Acaso en el abrazo, porque a Gonzalo era fácil quererlo,
dicen quienes lo trataron. Y a mí esto último también me subleva, porque acabo
de perder posiblemente una de esas amistades reencontradas que vuelven a crecer
por encima del tiempo, con toda la madurez del tiempo y un mismo horizonte
compartido.
Espero que el Ayuntamiento de Gijón, que ya tuvo el magnífico detalle de reconocer la magnífica labor de Gonzalo Mieres en vida, le dé a su memoria un testimonio permanente de homenaje y recuerdo. Tan merecido, tan justo.
DdA, XI/2.713
No hay comentarios:
Publicar un comentario