sábado, 26 de abril de 2014

FOTOS DEL REY COLORADO EN EL PALCO DEL BERNABÉU

 
Félix Población

La página Un espía en el Congreso, a la que el periodismo dominante no presta caso porque quizá la considere impropia de una profesionalidad tan digna de crédito como la que a ese periodismo le falta, suele tener el acierto de sobrepasar la información manida y tópica que se da hasta la saciedad en torno a partidos de fútbol tan significados como una semifinal de la Copa de Europa entre dos grandes clubes multimillonarios, en este caso Bayern de Munich y Real Madrid. 

Con ocasión de tan señalados eventos, cítanse en los palcos del estadio madrileño y asientos adjuntos -¡hasta casi setecientos si se cuentan los boxes ad hoc!- gentes en activo y pasivo de la política, de ese mismo periodismo dominante (Ansones, Indas y demás), de los pingües y oscuros negocios y de la realeza, representada en este caso por el propio Jefe del Estado por la gracia de Franco, el extinto caudillo que lo fue por la gracia de Dios. 

Sabedor del selecto público que allí se juntaba la noche del pasado miércoles, El espía puso sus ojos y escucha en tan concurrido graderío, bien abastecido de canapés y licores, y del resultado de la observación ha sacado como consecuencia perceptibles quebrantos en la salud del soberano, al que a las ya sabidas dificultades de ambulación se le unen las de habla en creciente descordinación y las de entendimiento, pues parece que no hay manera de instalarle un sonotone al monarca al objeto de paliar o subsanar su sordera, fruto de sus afanes de montería. A no ser que la falta de entendimiento proceda de otra afección.

Añádase a eso, el sofocado rostro que luce en las fotografías tomadas por El Espía, calentamiento que aunque podría pensarse se debió a la emoción provocada por los lances del juego, no parece lo más verosímil si se tiene en cuenta que el rey tuvo también momentos de somnolencia en su sitial, consignados asimismo en el reportaje, y que no parecen lo más propio en una persona saludable, habida cuenta la ruidosa algarabía reinante en el estadio.

Sigo pensando que no debería concurrir el rey a este tipo de actos, si su estado de salud no lo aconseja, pues se corre el riesgo de que pueda sufrir algún tipo de percance. Esto podría contribuir a poner aún más en solfa su imagen y la de la institución que representa, ya de por sí bastante dañada, pues si la monarquía es un régimen de antaño, un rey enfermo que se resiste a abdicar contribuye a reafirmarlo de modo harto elocuente.¿O no le parece así al curioso lector a la vista de las fotografías?

DdA, X/2.687

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