Que Pilar Urbano es una experta oportunista -dicho sea en el mejor o en el
peor sentido de la palabra- en escribir libros cuando más proclive es la
coyuntura para venderlos es algo incuestionable. Los trabaja con gran sentido
de la oportunidad y editoriales como Planeta se lo pagan muy bien. El que ahora está
en la calle asoma sus páginas pocas fechas después del fallecimiento de Adolfo
Suárez, afectado por la enfermedad de la desmemoria hasta los penosos límites que
eso comporta. No debería Pilar Urbano, en tanto que numeraria del Opus Dei y
supuesta cristiana, utilizar la desmemoria como titular de su libro (La gran
desmemoria), ni el nombre ni el olvido de Adolfo Suárez en el subtítulo (Lo que
Suárez olvidó y el rey no quiere recordar). Suena tan llamativa y burdamente comercial
que desmerece de la intención objetivamente investigadora que ha podido mover a su
autora a escribir este trabajo. Trabajo que si está teniendo una gran repercusión pública y mediática es
porque, transcurridos más de treinta años desde aquel episodio esperpéntico de
nuestra historia reciente, siguen sin desclasificarse los documentos que
podrían aclararlo, tal como habría ocurrido en cualquier otro país de nuestro
entorno. Ese secretismo solo se puede explicar porque, además de habernos hecho
creer a posteriori que el rey fue el salvador de nuestra democracia tal como consta en nuestros anales, pudieron darse en aquellas circunstancias las conclusiones que dejan en entredicho ese papel y que establece, por ejemplo, Roberto Muñoz Bolaños
en la revista Anatomía de la Historia: disección del presente y el pasado, bajo el titulo Juan Carlos I y el golpe de Estado de 23-F. Obviamente, además de proteger el rol libertador otorgado a Juan Carlos I en aquellos hechos, también ese secretismo protege a aquellos dirigentes políticos que estuvieron implicados en dar un giro conservador al sistema político vigente, tal como consta en el libro de Urbano. Dice Muñoz Bolaños:
"1ª. El
rey no puso en marcha el golpe de Estado del 23-F, pues este
fue una de las variantes de una compleja operación política, cuyo
objetivo no era sólo forzar la salida de Suárez de la Presidencia del Gobierno,
sino provocar un giro conservador en el sistema político vigente.
2ª. El rey sí estuvo informado
del proyecto de convertir a Armada en presidente de un gobierno de concentración
nacional, y no se opuso al mismo; recibiendo puntual información de los
contactos que se mantuvieron y de la finalidad que este proyecto perseguía,
incluyendo la reforma de la constitución.
3ª. El rey no tuvo
conocimiento de que este proyecto tenía una variante
pseudoconstitucional, que pasaba por poner en marcha un golpe de
Estado puro, que posteriormente sería “reconducido” por Armada.
4ª. El
rey si estuvo en conocimiento de ese plan de Armada para “reconducir” un golpe
de Estado si se producía, aunque no supo nunca que esa
operación golpista iba a ser desencadenada por su antiguo secretario.
5ª. Tras el asalto de Tejero al Congreso de los Diputados, el rey sí se mostró favorable
a que Armada pusiera en marcha su plan de “reconducción”, actitud que cambió radicalmente
cuando supo que el general estaba detrás de la operación de Tejero.
6ª. A partir de ese momento, el rey se encontró ante una difícil situación,
optando inicialmente por ganar tiempo, y luego autorizando a Armada a que
culminara su plan de “reconducción”, presentándose ante los diputados, para que
le invistieran como presidente del Gobierno. En esta labor el general fracasó
por la oposición de Tejero a sus planes.
7ª. Tras
el fracaso de Armada, el rey se desvinculó completamente de los golpistas,
y los desautorizó, lo que le convirtió en el salvador de la democracia.
8ª. Tras el fracaso del golpe de Estado, la opinión pública española fue
bombardeada por artículos de prensa y obras sobre el golpe de que realzaron el papel del rey
ante los hechos, a la vez que encubrieron su vinculación con los golpistas,
especialmente Armada, a pesar de que esta no dejó de aparecer ni en el sumario
ni en la celebración del juicio público por estos hechos.
9ª. Esta visión del rey como salvador de la democracia se ha
mantenido hasta nuestros días, a pesar de que algunos autores la han
puesto en duda, lo que explica el impacto que las revelaciones de la reciente
obra de Pilar Urbano han provocado".
Puntos de Página
DdA, X/2.665
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