Félix Población
El juez Elpidio José Silva, cuyo
libro La justicia desahuciada estoy
leyendo con el interés que merece, presentó ayer una solicitud de excedencia voluntaria en el registro del Consejo General del
Poder Judicial (CGPJ) para poder presentarse a las elecciones al
Parlamento Europeo. Encabezaría la candidatura del Movimiento de Renovación Democrática de la Ciudadanía (RED), cuyo
máximo propósito es combatir la corrupción.
La Red Ciudadana Partido X acaba
de poner sobre la mesa una propuesta para conformar una lista unitaria y concurrir a los citados comicios en
compañía de Podemos, Equo y Demos Más, una formación esta última compuesta de
funcionarios en defensa de la Sanidad y Educación públicas.
El cofundador en 1972 de la
asociación Justicia democrática, exmilitante del PSUC por esos años y exfiscal
anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo, anunció recientemente su intención de
presentarse a las primarias abiertas de Podemos para integrar la lista con la
que esta iniciativa ciudadana concurrirá a las aludidas elecciones, postulado con el aval del Círculo de Juristas.
Al escritor y poeta Luis García Montero,
militante de Izquierda Unida adscrito a la corriente de Izquierda Abierta, ha debido
preocuparle lo suficiente el fichaje de
Jiménez Villarejo por Podemos, porque su último artículo en InfoLibre (Los monederos falsos) sobrepasa la
crítica a Pablo Iglesias para llegar
casi a la descalificación personal, cual si formara parte de los adversarios
dialécticos que insultan al líder de Podemos en los platós televisivos.
“En un acto de vanidad y de
marketing vergonzoso –escribe el poeta granadino-, el ideólogo de Podemos
declara que convierte a su movimiento en un partido político por imperativo
legal”. Y añade más adelante: “Hace un partido político porque necesita ser
cabeza de ratón, aunque para eso ayude a cancelar la
respuesta unitaria de la izquierda. Como los partidos políticos
y la falta de unidad están muy desprestigiados, se lava las manos y dice que se
trata sólo de un imperativo legal. Vanidad de vanidades y sólo vanidad en la
fiesta del obispillo. Los poderes mediáticos saben bien a quién halagan en cada
ocasión”.
García Montero dice pertenecer a
una época en la que palabra Partido merecía un respeto por imperativo de
clandestinidad, considera que los viejos y los jóvenes son incapaces ahora de
configurar una nueva mayoría que constituya una alternativa y recuerda el caso de Italia, que tras la
desaparición de los partidos tradicionales víctimas de la corrupción, ese hecho
solo se saldó con más corrupción y más incompetencia: los que no supimos
configurar una nueva mayoría, solo seremos un peón más en la definitiva
descomposición política. “Ante
un panorama fragmentario de desgobierno –escribe-, los dos partidos grandes del
sistema justificarán un pacto en nombre de la razón de Estado. Como España no
es Alemania, y los ciudadanos españoles no sacan beneficios de la situación
neocolonial impuesta en Europa por la banca alemana, esa gran coalición será la
traca final del descrédito de la política y, sobre todo, del PSOE. El estallido
se producirá cuando ya sea imposible una alternativa razonable. Los lobos
tendrán los colmillos más libres para su festín”.
Haría bien Pablo Iglesias en
responder al aciago porvenir que nos presenta García Montero por el hecho de
que Podemos no haya llegado a un acuerdo para converger con Izquierda Unida de
cara a las próximas elecciones europeas. De momento no se sabe si esa
posibilidad llegará a ser factible con otras formaciones políticas, tal como ha
planteado el Partido X, pero lo que no puede argumentarse en ningún caso como
razón sólida para esa falta de sintonía entre Podemos e IU es la que esgrime en su
artículo el escritor. Personalmente no creo que a Iglesias lo muevan ni el marketing ni la vanidad para haber convertido su asociación en partido
político, pues no considero de tal simpleza la contextura intelectual de quien es considerado por Montero nada menos que como ideólogo del movimiento.
Soy el primero en lamentar, una vez
más, que la unidad de la izquierda -entendiendo por tal a la que está más allá
de la devaluada socialdemocracia del PSOE-, no sea posible ante unas nuevas
elecciones, y que no lo sea, además, cuando esa sería la alternativa más
necesaria en las actual coyuntura y más expectativas de voto tiene IU según las encuestas. Creo, en
efecto, que los afanes de protagonismo y liderazgo frustran con frecuencia empeños de ese carácter. Pero me parece que,
más que censurarlos en Podemos o en sus dirigentes, habría que revisarlos en la
casa propia, incapaz de aglutinar hasta ahora los estados de opinión e indignación que se vienen dando en la calle desde hace años y que han hecho aflorar, a su vez, tantas asociaciones y movimientos ciudadanos orientados a la izquierda. Algo falla para que Izquierda Unida no haya sido capaz de unirlos, según sus propias siglas.
Repare García Montero en que si un
movimiento ciudadano como Podemos ha sido capaz de ponerse en marcha con el
brío, las frescura y el poder de convocatoria que demuestra allá donde se
presenta, no es porque quienes lo
lideran sean unos demagogos que pretendan cebarse de nombradía y culto a la
personalidad. Eso no solo sería infravalorar su mensaje, sino la capacidad de
seguimiento que ha despertado en la ciudadanía. Y si se ha dado y se está dando
ese seguimiento, no es por los medios con los que haya contado para dar a
conocer su programa -con una furgoneta de sedunda mano que acaba de adquirir a escote- , ni
porque el poder mediático dominante la haya
aupado a la popularidad con el malsano propósito de dividir a la izquierda. Si Podemos está teniendo una notable acogida,
es porque la sociedad necesita aires nuevos, sobre todo las jóvenes
generaciones, tan desasistidas de representación política como huérfanas de
porvenir por la irresponsabilidad e ineptitud de las políticas gubernamentales llevadas a cabo por los dos partidos
mayoritarios.
En todo caso, la cuestión está en saber si podemos hacer frente o no a la manifiesta decadencia del régimen. Divididos, no, eso está claro. Mucho menos, si además de divididos estamos enfrentados. Las marchas de la dignidad debería servirnos de ejemplo, no de excepción.
Puntos de Página
+@Y mientras tanto, España es el país con más brecha entre ricos y pobres de la OCDE.
EL PAPELÓN DE LOS SINDICATOS
Ninguneados, vilipendiados, asfixiados económicamente, un poco
cautivos y completamente desarmados, los secretarios generales de UGT y
CCOO acudieron ayer raudos y veloces a hacerse una foto en Moncloa con
Rajoy, que les convocó a hurtadillas y les dio a firmar un papel para
que, junto a las dos grandes patronales, reconocieran los “signos de
cambio” registrados por la economía española. Un papelón de campeonato.
El encuentro es un insulto a los asalariados que han sufrido la
reforma laboral y han visto pisoteados sus derechos, a los pensionistas
de hoy y mañana que verán recortadas sus pensiones, a los dependientes a
los que se ha cerrado el grifo de las ayudas y se ha retrasado
sine die su
reconocimiento, a los inmigrantes que ya están aquí y a los que se
dejan la piel y hasta la vida en las fronteras españolas, y para los que
no hubo ni un solo recordatorio en las dos horas de encuentro. Un
insulto, en definitiva, a los colectivos cuya representación se arrogan
las centrales sindicales.
+@El papelón de los sindicatos.
DdA, X/2.650
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