Lazarillo
De muy necesaria lectura y reflexión me parece el artículo que hoy ha escrito el profesor Juan Carlos Monedero, como réplica al que publicara ayer el periodista Juan Carlos Escudier en el diario Público y que aquí titulamos "Una izquierda moderna, pero también unida". Monedero responde en su blog Comiendo tierra con "Podemos, los recelos de Escudier y los clásicos", donde contesta a todos ellos, independientemente de las buenas o no tan buenas intenciones de quienes los hayan expuesto. Resalto los últimos párrafos del artículo en cuestión y aconsejo su lectura íntegra:
"No es, como dice con buenas intenciones Escudier, un asunto de egos y
vanidades, sino un asunto de cansancio ante la complacencia frente a
tanto roto y tanto descosido. No se me escapa que la crítica es sensata.
Pero ¿acaso no decidió Lenin montarse en el tren alemán que lo iba a
llevar a la Rusia de los zares? Otros, menos afables que Escudier, hozan
con el mismo argumento pero desde la amargura, la envidia y la
soberbia, y no esperan nada de la transformación que no sea cumplir los
mandamientos del programa que ellos mismos han pergeñado en la soledad
de su caverna. Hay que desconfiar de los que no son capaces de reírse de
sí mismos. Escudier ríe y por eso un futuro luminoso lo acompañará
cuando los heraldos negros sean desterrados de nuestras tierras y a
hombres de su condición les sea acompañado su saber con las honras de la
riqueza y la magnificencia.
No caben, para sosiego del ínclito periodista, “arreglos arcaicos de última hora”. No solamente por la inmoralidad que supondría tomar decisiones contrarias a la propuesta con la que nace Podemos (que convoca a toda la ciudadanía, no a los liderazgos, a ser corresponsable, desde ya participando en unas primarias), sino porque, y de esto saben los antiguos -que para eso tienen experiencia-, porque no serviría para nada. “Podemos” amplía la base social de la transformación. Crece donde otros ya no pueden ni saben contar. Emociona donde otros simplemente convocan una vez más a esa “responsabilidad” triste que viene demediando nuestra democracia desde la Transición. Algunos están pensando en escorar hacia posiciones más decentes a alguno de los partidos del régimen del 78. Los partidos del 78, muy lejos de ese escenario, están preparando una Gran Coalición donde los mismos nos suministren más medicina de la misma. No hay más salida que sacar más votos que ellos.
Nadie, por muy antiguo que sea, puede contar con que haciendo las cosas de la misma manera vaya a obtener un resultado diferente. El momento es nuevo. Claro que da miedo. Claro que hay que ser prudentes. Estamos perdiendo todo lo construido en los últimos cuarenta años. Los que gustan de conversar con los clásicos pueden recordar que los dioses reservaban a los elegidos una vida tranquila y la posibilidad, en la madurez o en la vejez, de dar la vida defendiendo a la patria para despedirse del mundo con gloria. Sin ponernos melodramáticos, la patria, bien sabe mi amigo Escudier, está más en los pronombres que en el toro de Osborne o en los viejos instrumentos de la política: yo, tú, él, ella, nosotros, nosotras, vosotros, vosotras, ellos, ellas. Porque sin pronombres, el verbo se queda desguarnecido. Y nuevos verbos necesitan nuevos pronombres".
No caben, para sosiego del ínclito periodista, “arreglos arcaicos de última hora”. No solamente por la inmoralidad que supondría tomar decisiones contrarias a la propuesta con la que nace Podemos (que convoca a toda la ciudadanía, no a los liderazgos, a ser corresponsable, desde ya participando en unas primarias), sino porque, y de esto saben los antiguos -que para eso tienen experiencia-, porque no serviría para nada. “Podemos” amplía la base social de la transformación. Crece donde otros ya no pueden ni saben contar. Emociona donde otros simplemente convocan una vez más a esa “responsabilidad” triste que viene demediando nuestra democracia desde la Transición. Algunos están pensando en escorar hacia posiciones más decentes a alguno de los partidos del régimen del 78. Los partidos del 78, muy lejos de ese escenario, están preparando una Gran Coalición donde los mismos nos suministren más medicina de la misma. No hay más salida que sacar más votos que ellos.
Nadie, por muy antiguo que sea, puede contar con que haciendo las cosas de la misma manera vaya a obtener un resultado diferente. El momento es nuevo. Claro que da miedo. Claro que hay que ser prudentes. Estamos perdiendo todo lo construido en los últimos cuarenta años. Los que gustan de conversar con los clásicos pueden recordar que los dioses reservaban a los elegidos una vida tranquila y la posibilidad, en la madurez o en la vejez, de dar la vida defendiendo a la patria para despedirse del mundo con gloria. Sin ponernos melodramáticos, la patria, bien sabe mi amigo Escudier, está más en los pronombres que en el toro de Osborne o en los viejos instrumentos de la política: yo, tú, él, ella, nosotros, nosotras, vosotros, vosotras, ellos, ellas. Porque sin pronombres, el verbo se queda desguarnecido. Y nuevos verbos necesitan nuevos pronombres".
DdA, X/2.628
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