En pleno siglo XXI, en este
país vivimos un clima medieval maquillado con tecnologías de última
generación. Sólo les falta a los muchos señores feudales instituir el
derecho de pernada. Nuestra
consternación no es ya sólo por los millones que viven la pobreza.
Muchos más millones con empleo viven cada día con el corazón en un puño
por el temor a perderlo. En tales condiciones ¿quién tiene la presencia
de ánimo para hacer un plan de vida que no sea el vivir sólo el momento?
¿quién puede pensar en tener hijos o formar una familia si no los va a
poder mantener ni educar? ¿quién, a menos que disponga del total precio,
puede decidirse a comprar una vivienda ante el alto riesgo de no poder
pagar los plazos? ¿quién confiará a un banco el poco dinero que tiene, y
qué banco prestará dinero a la inmensa mayoría que carece de patrimonio
o es insolvente? La desconfianza emponzoña todo proyecto, todo contrato
e incluso toda relación personal. Por una tarea y unas monedas se
pelean en silencio millones de personas... Es tal la descomposición del
tejido social que nadie confía en nadie, pues el engaño, la trapisonda,
la maquinación, el abuso y la injusticia se enseñorean de este país.
Ver
el otro día a ese tal Blesa saliendo del juzgado ante cientos de
personas, rodeado de guardaespaldas, entrando luego en su coche
blindado; saber que este tipo nada en la abundancia, con sus mansiones
aquí y allá, con sus yates, con su jet, con lo que fueron
multimillonarias retribuciones y luego multimillonaria jubilación, y
todo a costa de miles de personas a las que dejado en la miseria y han
de vivir de la beneficencia ¿alguien en su sano juicio imagina que la
desigualdad que aplica la justicia al dictar sentencias y si no el
indulto, no son exactamente el reflejo de la desigualdad social y las
diferencias humillantes entre estos maleantes y la inmensa mayoría de la
población?
Para
colmo de mi exasperación, cuando ahora un juez (y otro juez años atrás)
actúa como el recto sentido le dicta frente a un presunto delincuente
al que decide ingresar preventivamente en la cárcel, fuerzas oscuras
políticas, judiciales y mediáticas se abalanzan sobre él y le
despedazan. Es más, la mayoría de los propios periodistas, pese a ser
ellos mismos los que han investigado lo suficiente como para explicar
por qué el juez dictó el auto de prisión de ese desalmado, le ponen en
la picota, le sacan a relucir supuestas o inventadas verguenzas y se
muestran abiertamente hostiles a él atribuyéndole afán de protagonismo y
otras infamias.
Los
que defienden con uñas y dientes este sistema (además de la cerrazón
habitual porque tienen la vida resuelta), repiten y repiten la manida
consigna de que éste es el menos malo de los sistemas. No profundizan un
poco para observar que demasiado a menudo los que se sitúan por encima
de los demás en la sociedad (como este canalla metido a banquero y más
allá de su presunta buena memoria para opositar a un Cuerpo del Estado)
no son los más inteligentes ni los más capaces, sino maleantes bien
vestidos, necios sin escrúpulos entrenados para, con estratagemas,
argucias y falsedades, adueñarse del dinero de ahorradores, como en
otros casos del dinero público.
¿Cuáles son
las consecuencias de este sombrío panorama? Pues el empobrecimiento del
país entero y el empobrecimiento de millones de personas que han de viví
de la beneficencia. La falta de ilusión, la enfermedad, la
desesperación. Y luego, la restauración del estatuto de siervo o esclavo
asignado a muchos otros millones, que tienen la dudosa "suerte" de
dejarse la piel para otros para malvivir.
¿Cuáles son las
consecuencias de este sombrío panorama? Pues el empobrecimiento del país entero
y el empobrecimiento de millones de personas que han de vivír de la
beneficencia. La falta de ilusión, la enfermedad, la desesperación y la
restauración del estatuto de siervo o esclavo asignado a muchos otros millones,
que tienen la dudosa "suerte" de dejarse la piel para malvivir....
son las señas de identidad de la actual España.
DdA, X/2.610
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