Jaime Richart
Hablamos mucho de la importancia de los
medios en esta democracia nominal (nominal, porque de democracia real tiene
muy poco). Pero al frente de los medios están los periodistas, como al frente
de los bancos están los banqueros. Y dependiendo de la mentalidad del banquero
y del periodista, la función social del banco o del medio en cuestión resulta
de una manera harto diferente.
Empezaremos por que en términos generales los
medios están mucho más atentos a generar estados de opinión que a informar
asépticamente. Se creen con la obligación de opinar sobre todo lo divino y
humano, para que su opinión coincida con las ideologías dominantes en política
y según la suerte electoral de los partidos. Los partidos de la izquierda indubitada, por ejemplo,
carecen de representantes periodísticos. Esto es un dato relevante para sacar
conclusiones acerca del papel de los medios. Pero es que luego localizamos
además comportamientos mediáticos curiosos que tienen que ver mucho más con el
"interés" que todo lo justifica en este sistema económico y social
nauseabundo, que con la misión de informar. La publicidad es concluyente. Otro
lastre rampante. Y estirar un asunto o inventárselo, puede ser crucial para la
suerte de un programa e incluso de una cadena, de una radio o de un periódico.
Por eso, unas veces un director, otras un adjunto de dirección y otras periodistas
que son más tertulianos opinadores que propiamente periodistas ponen de
manifiesto dos cosas: la primera, que son vanguardia del partido del gobierno
de turno y de sus cúpulas; y la segunda, que les importa mucho más generar
"noticia" y mantenerla en el candelero cuanto más tiempo mejor, que
contribuir al esclarecimiento de los hechos que quizá ellos mismos han
denunciado o divulgado y que coadyuvar a la condena penal de los mismos. Una
prueba rotunda de esto último es la crítica con saña que hacen algunos
periodistas de la persona del juez Silva, como en otro tiempo la hicieron del
juez Garzón, siendo así que la justicia no se caracteriza precisamente por ser
severa y rápida con todos los delincuentes poderosos. Cuando la última
esperanza de la ciudadanía se centra en la actuación de jueces y tribunales, y
los jueces instructores han de ser muy valientes en este país para procesar a
los poderosos, ciertos periodistas se dedican a denigrar o a difamar al juez
que se atrevió a decretar prisión preventiva de uno de aquellos poderosos.
Porque los periodistas prefieren la discusión
y la protesta interminables (y cuanto más sordidez mejor), a que se dicte sentencia
cuanto antes contra los culpables. Pues mientras no se dicte sentencia, unas
veces las filtraciones de los sumarios, otras nuevas noticias sobre el sumario,
y otras el ataque a los propios juzgadores están siendo el combustible
indispensable para convertir hechos execrables que han llevado a la virtual
quiebra de este país, en material del que sacar provecho diario durante años
para la caja registradora del medio a que pertenecen. Es decir, a los medios
no interesa propiamente la resolución de los asuntos, pues los hechos
transmutados en culebrones están dando de comer a muchos periodistas. Por eso
prefieren el trámite al fin, y la discusión continuada a que se resuelvan
los innumerables casos de corrupción en este país.
Por otro lado, ¿habéis visto u oído a algún
periodista que cuando otro afirma que en este país hay tanta corrupción como en
cualquier otro, y siendo así que aquí los corruptos se cuentan por millares y
las cifras de la corrupción por miles de millones, no haya callado? ¿habéis visto u oído a algún periodista que
ante la mención por otro de su gremio o de un político, del comunismo como
sistema indeseable y la consiguiente alusión a los crímenes habidos en la
revolución en Rusia luego Unión Soviética extinta, haya respondido con
alabanzas a los logros sociales de la China también comunista? ¿Habéis oído
comparar aquellos crímenes con los perpetrados durante y después de la
revolución burguesa abanderada por Franco? Ninguno. Y si alguno piensa algo
distinto a lo que se espera de él, se lo calla astutamente para no ser defenestrado.
Siempre pendientes de lo política y mediáticamente correcto… Esta es la clase
de libertad que se respira por aquí La confabulación de los poderosos por su
riqueza, de los poderosos en la política, de los poderosos en la justicia y de
los poderosos en los medios es la resultante de lo que tan engolada como
impropiamente llamamos democracia en España.
DdA, X/2.632
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