Este Lazarillo acaba de terminar la lectura del excelente libro de Ignacio Ramonet sobre Hugo Chávez y con Hugo Chávez, pues se trata de una larguísima entrevista de cien horas en distintas fases con el fallecido líder de la revolución bolivarina, a la que el propio Chávez puso nombre: Mi primera vida. Espero poder comentar este magnífico trabajo periodístico del director de Le Monde Diplomatique en breve. Ahora solo me interesa resaltar el artículo que Ramonet ha publicado en el último número de su periódico a propósito de la reciente visita que hizo a Fidel Castro, en la que ha podido comprobar el afan de conocimiento y la vitalidad que mantienen al líder de la revolución cubana al tanto de cuanto acontece en el mundo, algo que pondrán en duda los medios de información adscritos a su deseado obituario desde hace siete años. Como para este Lazarillo la palabra de Ignacio merece la máxima confianza y el máximo respeto -sobre todo teniendo fresca la lectura de su último libro-, me limito a insertar su artículo, al tiempo que, como Fidel, anhelo esa segunda parte posible, esa segunda vida de Hugo Chávez a la que puso fin un cáncer en extremo cruel para el pueblo que tantas expectativas tenía puestas en su presidente. ¿Habrá o no habrá investigación de esa muerte? Sí, según Nicolás Maduro, pero no hemos vuelto a leer nada al respecto, nueve meses después de que hiciera sus declaraciones. Dice Ramonet:
Yo había llegado a Cuba cuatro días antes. Venía de la Feria de Guadalajara (México) donde estuve presentando mi nuevo libro Hugo Chávez. Mi primera vida
(1), conversaciones con el líder de la revolución bolivariana. En La
Habana, se estaba celebrando con inmenso éxito, como cada año por estas
fechas, el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Y
su director, Iván Giroud, tuvo la gentileza de invitarme al homenaje
que el Festival deseaba rendirle a su fundador, Alfredo Guevara, un
auténtico genio creador, el mayor impulsor del cine cubano, fallecido en
abril de 2013.
Como siempre cuando llego a La Habana, había preguntado por Fidel. Y a
través de varios amigos comunes le había transmitido mis saludos. Hacía
más de un año que no lo veía. La última vez había sido el 10 de febrero
de 2012 en el marco de un gran encuentro “por la Paz y la preservación del Medio Ambiente”, organizado al margen de la Feria Internacional del Libro de La Habana, en el que el Comandante de la revolución cubana conversó con una cuarentena de intelectuales (2).
Se abordaron, en aquella ocasión, los temas más diversos, empezando por el “poder mediático y la manipulación de las mentes”
del que me tocó hablar en una suerte de ponencia inaugural. Y no se me
olvida la pertinente reflexión que hizo Fidel al final de mi exposición:
“El problema no está en las mentiras que los medios de comunicación
dominantes dicen. Eso no lo podemos impedir. Lo que debemos pensar hoy
es cómo decimos y difundimos nosotros la verdad”.
Durante las nueve horas que duró esa reunión, el líder cubano
impresionó a su selecto auditorio. Demostró que, a sus entonces 85 años
de edad, conservaba intacta su vivacidad de espíritu y su curiosidad
mental. Intercambió ideas, propuso temas, formuló proyectos,
proyectándose hacia lo nuevo, hacia el cambio, hacia el futuro; sensible
siempre a las transformaciones en curso del mundo.
¿Cuán cambiado lo hallaría ahora, diecinueve meses después? Esto me
preguntaba yo a bordo del vehículo que me acercaba a él. Fidel había
hecho pocas apariciones públicas en las últimas semanas y había
difundido menos análisis o reflexiones que en años anteriores (3).
Llegamos. Acompañado de su sonriente esposa, Dalia Soto del Valle,
Fidel me esperaba a la entrada del salón de su casa, una pieza amplia y
luminosa abierta sobre un soleado jardín. Lo abracé con emoción. Se le
veía en estupenda forma. Con esos ojos brillantes cual estiletes
sondeando el alma de su interlocutor. Impaciente ya de iniciar el
diálogo, como si se tratase, diez años después, de proseguir nuestras
largas conversaciones que dieron lugar al libro Cien horas con Fidel (4).
Aún no nos habíamos sentado y ya me formulaba infinidad de preguntas
sobre la situación económica en Francia y la actitud del Gobierno
francés… Durante dos horas y media, charlamos de todo un poco, saltando
de un tema a otro, como viejos amigos. Obviamente se trataba de un
encuentro amistoso, no profesional. Ni grabé nuestra conversación, ni
tomé apunte alguno durante el transcurso de ella (5). Y este relato,
además de dar a conocer algunas reflexiones actuales del líder cubano,
sólo aspira a responder a la curiosidad de tantas personas que se
preguntan, con buenas o malas intenciones: ¿cómo está Fidel Castro?
Ya lo he dicho: estupendamente bien. Le pregunté por qué aún no había
publicado nada sobre Nelson Mandela, fallecido hacía ya más de una
semana. “Estoy en ello –me declaró–, terminando el borrador de
un artículo (6). Mandela fue un símbolo de la dignidad humana y de la
libertad. Lo conocí muy bien. Un hombre de una calidad humana
excepcional y de una nobleza de ideas impresionante. Es curioso ver cómo
los que ayer amparaban el Apartheid, hoy se declaran admiradores de
Mandela. ¡Qué cinismo! Uno se pregunta, si únicamente tenía amigos,
¿quién entonces metió preso a Mandela? ¿Cómo el odioso y criminal
Apartheid pudo durar tantos años? Pero Mandela sabía quiénes eran sus
verdaderos amigos. Cuando salió de prisión, una de las primeras cosas
que hizo fue venir a visitarnos. ¡Ni siquiera era todavía presidente de
Sudáfrica! Porque él no ignoraba que sin la proeza de las fuerzas
cubanas, que le rompieron el espinazo a la elite del Ejército racista
sudafricano en la batalla de Cuito Cuanavale [1988], y favorecieron así
la independencia de Namibia, el régimen del Apartheid no se hubiese
derrumbado y él se hubiera muerto en la cárcel. ¡Y eso que los
sudafricanos poseían varias bombas nucleares, y estaban dispuestos a
utilizarlas!”
Hablamos después de nuestro amigo común Hugo Chávez. Sentí que aún
estaba bajo el dolor de la terrible pérdida. Evocó al Comandante
bolivariano casi con lágrimas en los ojos. Me dijo que se había leído, “en dos días”, el libro Hugo Chávez. Mi primera vida. “Ahora tienes que escribir la segunda parte. Todos queremos leerla. Se lo debes a Hugo”,
añadió. Ahí intervino Dalia para señalarnos que ese día (13 de
diciembre), por insólita coincidencia, se cumplían 19 años del primer
encuentro de los dos Comandantes cubano y venezolano. Hubo un silencio.
Como si esa circunstancia le confiriera de pronto una indefinible
solemnidad a nuestra visita.
Meditando para sí mismo, Fidel se puso entonces a recordar aquel primer encuentro con Chávez del 13 de diciembre de 1994. “Fue una pura casualidad –rememoró–.
Me enteré de que Eusebio Leal lo había invitado a dar una conferencia
sobre Bolívar. Y quise conocerlo. Lo fui a esperar al pie del avión.
Cosa que sorprendió a mucha gente, incluido al propio Chávez. Pero yo
estaba impaciente por verlo. Nos pasamos la noche conversando”. “Él me contó –le dije–, que más bien sintió que usted le estaba haciendo pasar un examen…” Se echa a reír Fidel. “¡Es
cierto! Quería saberlo todo de él. Y me dejó impresionado… Por su
cultura, su sagacidad, su inteligencia política, su visión bolivariana,
su gentileza, su humor… ¡Lo tenía todo! Me di cuenta de que estaba
frente a un gigante de la talla de los mejores dirigentes de la historia
de América Latina. Su muerte es una tragedia para nuestro continente y
una profunda desdicha personal para mí que perdí al mejor amigo…”
“¿Vislumbró usted, en aquella conversación, que Chávez sería lo que fue, o sea el fundador de la revolución bolivariana?” “Él partía con una desventaja: era militar y se había sublevado contra un presidente socialdemócrata que, en realidad, era un ultraliberal… En un contexto latinoamericano con tanto gorila militar en el poder, mucha gente de izquierdas desconfiaba de Chávez. Era normal. Cuando yo conversé con él, hace hoy pues diecinueve años, entendí inmediatamente que Chávez se reclamaba de la gran tradición de los militares de la izquierda en América Latina. Empezando por Lázaro Cárdenas [1895-1970], el general-presidente mexicano que hizo la mayor reforma agraria y nacionalizó el petróleo en 1938…”
“¿Vislumbró usted, en aquella conversación, que Chávez sería lo que fue, o sea el fundador de la revolución bolivariana?” “Él partía con una desventaja: era militar y se había sublevado contra un presidente socialdemócrata que, en realidad, era un ultraliberal… En un contexto latinoamericano con tanto gorila militar en el poder, mucha gente de izquierdas desconfiaba de Chávez. Era normal. Cuando yo conversé con él, hace hoy pues diecinueve años, entendí inmediatamente que Chávez se reclamaba de la gran tradición de los militares de la izquierda en América Latina. Empezando por Lázaro Cárdenas [1895-1970], el general-presidente mexicano que hizo la mayor reforma agraria y nacionalizó el petróleo en 1938…”
Hizo ahí Fidel un amplio desarrollo sobre los “militares de la izquierda”
en América Latina e insistió sobre la importancia, para el Comandante
bolivariano, del estudio del modelo constituido por el general peruano
Juan Velasco Alvarado. “Chávez lo conoció en 1974, en un viaje que
efectuó a Perú siendo aún cadete. Yo también me encontré con Velasco
unos años antes, en diciembre de 1971, regresando de mi visita al Chile
de la Unidad Popular y de Salvador Allende. Velasco hizo reformas
importantes pero cometió errores. Chávez analizó esos yerros y supo
evitarlos”.
Entre las muchas cualidades del Comandante venezolano, subrayó Fidel una en particular: “Supo formar a toda una generación de jóvenes dirigentes; a su lado adquirieron una sólida formación política, lo cual se reveló fundamental, después del fallecimiento de Chávez, para la continuidad de la revolución bolivariana. Ahí está, en particular, Nicolás Maduro con su firmeza y su lucidez que le han permitido ganar brillantemente las elecciones del 8 de diciembre. Una victoria capital que lo afianza en su liderazgo y le da estabilidad al proceso. Pero en torno a Maduro hay otras personalidades de gran valor como Elías Jaua, Diosdado Cabello, Rafael Ramírez, Jorge Rodríguez… Todos ellos formados, a veces desde muy jóvenes, por Chávez”.
Entre las muchas cualidades del Comandante venezolano, subrayó Fidel una en particular: “Supo formar a toda una generación de jóvenes dirigentes; a su lado adquirieron una sólida formación política, lo cual se reveló fundamental, después del fallecimiento de Chávez, para la continuidad de la revolución bolivariana. Ahí está, en particular, Nicolás Maduro con su firmeza y su lucidez que le han permitido ganar brillantemente las elecciones del 8 de diciembre. Una victoria capital que lo afianza en su liderazgo y le da estabilidad al proceso. Pero en torno a Maduro hay otras personalidades de gran valor como Elías Jaua, Diosdado Cabello, Rafael Ramírez, Jorge Rodríguez… Todos ellos formados, a veces desde muy jóvenes, por Chávez”.
En ese momento, se sumó a la reunión su hijo Álex Castro, fotógrafo,
autor de varios libros excepcionales (7). Se puso a sacar algunas
imágenes “para el recuerdo” y se eclipsó luego discretamente.
También hablamos con Fidel de Irán y del acuerdo provisional alcanzado en Ginebra el pasado 24 de noviembre, un tema que el Comandante cubano conoce muy bien y que desarrolló en detalle para concluir diciéndome: “Irán tiene derecho a su energía nuclear civil”. Para, en seguida, advertir del peligro nuclear que corre el mundo por la proliferación y por la existencia de un excesivo número de bombas atómicas en manos de varias potencias que “tienen el poder de destruir varias veces nuestro planeta”.
También hablamos con Fidel de Irán y del acuerdo provisional alcanzado en Ginebra el pasado 24 de noviembre, un tema que el Comandante cubano conoce muy bien y que desarrolló en detalle para concluir diciéndome: “Irán tiene derecho a su energía nuclear civil”. Para, en seguida, advertir del peligro nuclear que corre el mundo por la proliferación y por la existencia de un excesivo número de bombas atómicas en manos de varias potencias que “tienen el poder de destruir varias veces nuestro planeta”.
Le preocupa, desde hace mucho, el cambio climático y me habló del
riesgo que representa al respecto el relanzamiento, en varias regiones
del mundo, de la explotación del carbón con sus nefastas consecuencias
en términos de emisión de gases de efecto invernadero: “Cada día –me reveló–, mueren unas cien personas en accidentes de minas de carbón. Una hecatombe peor que en el siglo XIX…”
Sigue interesándose por cuestiones de agronomía y botánica. Me mostró unos frascos llenos de semillas: “Son de morera –me dijo–,
un árbol muy generoso del que se pueden sacar infinitos provechos y
cuyas hojas sirven de alimento a los gusanos de seda… Estoy esperando
dentro de un momento a un profesor, especialista en moreras, para hablar
de este asunto”.
“Veo que no para usted de estudiar”, le dije. “Los dirigentes políticos –me respondió Fidel–, cuando
están en activo, carecen de tiempo. Ni siquiera pueden leer un libro.
Una tragedia. Pero yo, ahora que ya no estoy en la política activa, me
doy cuenta de que tampoco tengo tiempo. Porque el interés por un
problema te lleva a interesarte por otros temas relacionados. Y así vas
acumulando lecturas, contactos, y pronto te das cuenta de que el tiempo
te falta para saber un poco más de tantas cosas que quisieras saber…”
Las dos horas y media pasaron volando. Empezaba a caer la tarde sin crepúsculo en La Habana, y el Comandante aún tenía otros encuentros previstos. Me despedí con cariño de él y de Dalia, particularmente feliz por haber constatado que sigue teniendo Fidel su espectacular entusiasmo intelectual de siempre.
Las dos horas y media pasaron volando. Empezaba a caer la tarde sin crepúsculo en La Habana, y el Comandante aún tenía otros encuentros previstos. Me despedí con cariño de él y de Dalia, particularmente feliz por haber constatado que sigue teniendo Fidel su espectacular entusiasmo intelectual de siempre.
(1) Ignacio Ramonet, Hugo Chávez. Mi primera vida, Debate, Barcelona, 2013.(2) http://www.cubadebate.cu/noticias/2012/02/11/nueve-horas-de-dialogo-con-el-lider-de-la-revolucion/
(3) Léase, en particular, Fidel Castro: “Las verdades objetivas y los sueños”, Cubadebate, La Habana, 14 de agosto de 2013. http://www.cubadebate.cu/fidel-castro-ruz/2013/08/14/las-verdades-objetivas-y-los-suenos/
(4) Título de la edición cubana de Fidel Castro. Biografía a dos voces, Debate, Barcelona, 2006.
(5) Todas las citas de Fidel Castro
en este artículo son de memoria; no son textuales. Se trata de una
reconstrucción a posteriori basada en los recuerdos del autor. En ningún
caso pueden atribuírsele tal cual a Fidel Castro.
(6) Fidel Castro, “Mandela ha muerto ¿Por qué ocultar la verdad sobre el Apartheid?”, Cubadebate, 18 de diciembre de 2013. http://www.cubadebate.cu/fidel-castro-ruz/2013/12/19/articulo-de-fidel-mandela-ha-muerto-por-que-ocultar-la-verdad-sobre-el-apartheid/
(7) Léase, en particular: Alex Castro et al.., Fidel, fotografías, Ediciones Boloña, La Habana.
DdA, X/2.584
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