Al alcalde de Burgos, cuyo nombre saltó días atrás a los medios de información por las protestas que acabaron con su bulevar en el barrio de Gamonal y que además dejaron al descubierto la jefatura y chanchullos del cacique Méndez Pozo en la ciudad castellana según El Diario.es, se le insta ahora a que evite otra incidencia por ser el máximo representante municipal de todos los burgaleses. En este caso, la circunstancia vulneraría la Ley de Memoria Histórica, pues se trata de ceder un edificio público, el monasterio de San Juan -propiedad del Ayuntamiento-, como sede de la exposición en la que se homenajea al general Yagüe y cuya inauguración esta prevista para el próximo 22 de abril. El título de la muestra es sumamente elocuente: "Un hombre y el resurgir de Burgos".
Desde la Federación Estatal de Foros por la Memoria y el Foro por la Memoria de Castilla y León se considera que tal evento no debe quedar sin una respuesta ciudadana contundente, por lo que solicitan del alcalde Jesus Lacalle lo cancele por respeto a todas las víctimas del franquismo. El general Juan Yagüe no solo participó en la sublevación militar que culminó en la Guerra de España y dio paso a cuarenta años de dictadura, sino que se ganó el caficativo de El carnicero de Badajoz por la matanza que sus tropas ejecutaron en la ocupación de esta ciudad en agosto de 1936 -durante el llamado verano sangriento-, que algunos historiadores cifran en 4.000 personas y sobre cuyo brutal grado de violencia coinciden destacados corresponsales extranjeros en la Guerra Civil.
Ya antes, durante la Revolución de Asturias, y tal como señala el historiador Luis Eugenio Tagores -autor de una biografía sobre Yagüe gracias al archivo inédito del protagonista, con hasta 300 folios relativos a esos hechos-, el general felón se había enfrentado como teniente coronel al general López Ochoa por entender que éste se mostraba muy blando en la represión del "Octubre rojo" asturiano, según se desprende de los diarios del primero. Se llegó a decir en algunas crónicas que Yagüe -que llegó con sus tropas africanas a Gijón por orden de Franco en los primeros días de la revolución- amenazó a López Ochoa con su propia pistola. El magnífico periodista y escritor asturiano Juan Antonio Cabezas, cronista de aquella revolución, escribe en Morir en Oviedo que «el coronel acusaba al general de
haber aceptado el pacto con los revolucionarios por su condición de
grado 33 de la masonería».
¿Alguien se imagina que la exposición sobre el general Yagüe se pudiese realizar en un edificio del Ayuntamiento de Badajoz? O, si se prefiere, ¿que esa muestra se pudiese inaugurar en un edificio público de Euskadi, Cataluña o mismamente Asturias?
+@Firmas en contra de la exposición de Burgos aquí.
DdA, X/2.603
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