viernes, 20 de diciembre de 2013

ESCRACHE A LA BRIGADA POLÍTICO-SOCIAL FRANQUISTA EN 1972

Lazarillo

La Brigada Político Social (BPS) en Valencia, la policía del franquismo que se dedicaba a perseguir a los movimientos de oposición al régimen, sufrió en el año 1972 un escrache incitado por las páginas del periódico clandestino Verdad, órgano del Comité Provincial del Partido Comunista de España. En su contraportada se publicaron los nombres de los agentes, sus domicilios y teléfonos. Ésta fue la respuesta a las torturas que denunció haber recibido un  grupo de jóvenes estudiantes detenidos en abril de 1971. Algunos de ellos se han adherido a la querella argentina que investiga los crímenes del franquismo, en la que denuncian haber sufrido las torturas y malos tratos de policías como Manuel Ballesteros, Benjamín Solsona o Jacinto López Acosta.
El periódico La Marea ha hablado con ellos para el número con el que, a partir de hoy viernes, cumple un año en los kioscos. Ha recogido el relato de los hechos, de esos 15 días en comisaría donde aseguran que se sintieron en manos de una policía que “podía hacer lo que quisiera”. Muchos de estos miembros de la BPS tuvieron puestos de gran responsabilidad tras la caída del franquismo. Ellos ya lo decían en su momento: “No os equivoquéis, cuando llegue la democracia nosotros seguiremos aquí”. Y se cumplió. Ahora, la vía argentina abre una nueva vía para que sus actos “no queden impunes”, según cuentan los denunciantes, que la resumen en una sola frase: “no es una cuestión revanchista, sino de justicia”.

Juan José Millás

La electricidad lleva camino de convertirse en caviar. Cada vatio, una hueva, no sabemos si de beluga o de sevruga, tendríamos que preguntarle a Miguel Blesa. Un producto prohibitivo, en fin, para la mayoría. Nuestros representantes políticos, si queda alguno que merezca ese nombre, deberían explicarnos cómo hemos llegado a esta situación en la que un servicio esencial ha devenido en artículo de lujo. Sería interesante que alguien escribiera una historia de la luz, donde se nos contara cómo se privatizó este sector estratégico, en manos de quién se encuentra ahora, y cómo calmar su voracidad. No entendemos la trampa verbal del llamado “déficit tarifario” cuando Endesa, por ejemplo, obtuvo 2.212 millones de euros de beneficios netos en 2011. Ya me gustaría vivir con un déficit económico de esa naturaleza.
Las eléctricas son empresas reguladas, de modo que una parte de las subidas las decide el mercado y otra parte el Gobierno. El problema es que, en esto de las subidas, el ministro de Industria no solo obedece ciegamente al mercado, sino que ha decidido obedecerse a sí mismo tras una breve etapa de rebeldía en la que no acababa de ponerse de acuerdo con su conciencia. Ignoramos qué parte de él ganó a qué otra, lo cierto es que después de jurar que no lo haría, lo ha hecho. El resultado es que nos van a dar por los dos lados. Si hubiera tres, nos darían por los tres. Seguro que hay alguien trabajando en ello.
La oposición en bloque, en un acto de caridad, que no de justicia, ha propuesto en el Parlamento que no se cortara la luz, durante los días de frío, a las familias pobres. El PP, tras calificar la iniciativa de demagógica, ha votado que no. Quiere decirse que este invierno morirán helados bebés demagógicos y ancianos demagógicos y enfermos en general demagógicos. Todo esto empieza a ser la hostia.


DdA, X/2.574

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